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Daniel Saldaña: "Las paternidades ausentes es un tema recurrente la literatura latinoamericana, porque es algo que sucede, el padre se va"

El escritor mexicano publica en Anagrama 'Los nombres de mi padre', un retrato de la búsqueda del padre en medio del pasado político de México

Entrevista con Daniel Saldaña

Entrevista con Daniel Saldaña

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Hay algo en la prosa del escritor mexicano Daniel Saldaña París que invita a los lectores a pasear con él, a recorrer Ciudad de México andando o en autobús, a andar por Nueva York, de Queens a Manhattan y a viajar por el pasado reciente de México y de la vida de su protagonista, una especie de alter ego del escritor que busca a su padre, o a un tipo que pudo ser su padre. Editado por Anagrama, Los nombres de mi padre es una novela que se inserta en cierta tradición latinoamericana de contar las ausencias paternas, algo que, desgraciadamente, ha pasado mucho en el continente, y que la literatura ha retratado, de ahí el guiño a Pedro Páramo, la gran obra de Juan Rulfo. Sin embargo, a la vez, el autor consigue salirse de toda norma, de todo esquema prefijado en un libro inclasificable. "Las paternidades ausentes son un tema que recurre en la literatura latinoamericana, porque es algo que sucede en las sociedades, es decir, el padre se va. Y en este caso me interesaba hablar de esas paternidades no desde la ausencia, sino desde la multiplicidad. Un padre que no es que no esté, sino que puede ser muchos, de alguna manera, la figura paterna está diseminada en varios individuos", nos dice en una entrevista en la Cadena SER.

Becado por el Cullman Center de la New York Public Library Saldaña se encontró con dos hechos que vinieron a trastocar su día a día: la muerte de su padre y el amor. "La empecé a escribir cuando mi padre estaba enfermo de cáncer. Hay algo en el libro de mi necesidad de estar en contacto con mi padre y escribir algo vagamente relacionado con su época y con la zona de la Ciudad de México en la que él creció, era una forma de hacerle un homenaje en vida. Me hubiera gustado que llegara a leer la novela. Falleció antes, es también mi manera de vincularme con su recuerdo".

Con esas dos cuestiones ha compuesto esta historia de un hombre, en plena ruptura sentimental y que ante la inminente muerte de su madre, decide buscar a un hombre misterioso, que fue amigo de su padre y de su madre de joven y del que sospecha puede ser su verdadero padre biológico. A todo eso, le añade una lectura arquitectónica y política. "Me parece importante la revisión del pasado individual, del pasado personal, pero también del pasado colectivo histórico. Y creo que es lo que nos permite abrir una posibilidad de mirar hacia el frente también", nos dice.

Leer el libro es como caminar. Ese es el ritmo de su prosa, precisa, feroz, vibrante. "Soy, digamos, un obsesivo de las ciudades en muchos sentidos, y siempre termino volviendo a a escribir sobre ciudades. Para mí la ciudad es el espacio de lo político. Yo estudié filosofía aquí en la Complutense y para mí, como para Platón, Aristóteles y San Agustín, ese pensamiento político de la antigüedad estaba directamente atado al espacio de la ciudad. Me gusta mucho caminar. Camino mucho por las ciudades, incluso por ciudades en las que no se puede caminar, como la Ciudad de México".

El autor recrea la geografía de las ciudades y su dimensión política y social, al tiempo que nos cuenta la historia de Karl Emil Franz Fiebinger, un nazi que huyó de Alemania y se refugió en México. "Descubrí, por ejemplo, que el barrio donde creció mi padre, que es Ciudad Satélite, un suburbio al norte de la Ciudad de México de aspecto gringo, lo había construido un antiguo nazi, un ingeniero del Tercer Reich que construyó túneles".

¿Podemos entender realmente a quienes nos precedieron? ¿Cuánto de ellos perdura en nosotros? Se pregunta el autor en una novela que evita la nostalgia, pero que recorre el pasado reciente, las utopías políticas de hace unas décadas y el momento actual. "Mi recorrido ha pasado, por todos los tipos de reacción, desde el cinismo y la ironía hasta la nostalgia prestada por un pasado que no viví y que sí tiene una cierta intención de recuperar, de un horizonte de futuro, de una imaginación política que permite idear cosas por fuera del sistema en el que vivimos, que creo que podríamos recuperar también como como generación".

El autor de El baile y el incendio y de Aviones sobrevolando un monstruo, aborda temas tales como la memoria y la paternidad, una cartografía emocional en el que pasado, presente y futuro se entrelazan para analizar las conexiones con nuestros seres queridos, si llegamos realmente a conocerlos y cómo estos nos han influido. El autor rechaza las etiquetas de todo y hacía todo. "Creo que que hay algo demasiado rígido en la forma en la que nos encasillamos en ciertas identidades o en la forma en la que hemos convertido la identidad como el trampolín de la posición política. Y hay cosas que me parecen más importantes. Yo me siento mucho más fluido entre distintas identidades. Soy mexicano, pero también soy español. He vivido aquí. Mi familia es española. Soy heterosexual, pero también soy bisexual y he tenido relaciones con personas de ambos géneros. Me resulta poco útil encasillarme o definirme demasiado en términos políticos como una identidad".

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 

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