Por qué el creador del turrón 1880 decidió anunciarlo como "el más caro del mundo"

Madrid

Xixona es, por excelencia, la ciudad española del turrón. En este pequeño municipio, ubicado en un paisaje montañoso a unos 26 kilómetros de la capital alicantina, se producen cada año miles de toneladas de turrón, gran parte de ellas a cargo de fabricantes como 1880 y El Lobo.

El equipo de Hoy por Hoy, con Àngels Barceló a la cabeza, se ha trasladado a Xixona para conocer de primera mano cómo encaran los principales fabricantes de turrón la producción de cara a la temporada navideña y descubrir algunos de los secretos que esconden estos fabricantes centenarios.

Barceló ha podido hablar con José Manuel Sirvent, presidente del grupo Confectionary Holding, fabricante de marcas como 1880 o El Lobo, y representante de la décima generación familiar de un negocio que cumple 300 años.

Sirvent ha contado que le marcó mucho crecer en una fábrica de turrón. El alicantino vivía en las instalaciones, en una casa a la que solo se podía acceder por el despacho de su padre, la tienda de turrón o el pelador de almendras. De aquella época guarda muchos recuerdos, especialmente uno: la lección de marketing de su abuelo.

Cada año, los fabricantes de turrón hacen un trabajo de marketing exhaustivo para que este producto, que es seña de identidad de Xixona y sus habitantes, llegue a toda España y también al exterior. Por ello, cada Navidad los jingles y eslóganes de venta van cambiando, aunque hay uno imposible de olvidar: "Turrón 1880. El turrón más caro del mundo".

Este eslogan se utiliza aún por la marca y fue una idea del abuelo de Sirvent, Juan Antonio Sirvent Selfa. El alicantino ha explicado que esto "fue fruto de una realidad", ya que 1880 fue el año en el que se ideó una receta familiar.

Una situación económica difícil para lanzar ese eslogan

"Pretendió comercializar esa receta en 1939, por lo que la situación no era demasiado boyante, y él me contaba que se puso a hacer el escandallo de almendra, de miel... En fin, una receta con un proceso elaborado. Cuando acaba de hacer los números dice: '¡Ostras, este es el turrón más caro del mundo, esto no hay quien lo venda!'", relataba Sirvent.

Fue entonces cuando el abuelo del alicantino "empezó a comercializarlo sobre pedido porque era una receta que solo se fabricaba para la familia y para los empleados de la casa", explicaba Sirvent, que destacaba el hecho de que este era un producto que se elaboraba cuando se terminaba de hacer "el turrón más comercial".

Por ello, cuando decidió comercializarlo lo hizo situándolo como el turrón más caro del mundo, algo que "te sitúa inmediatamente en el nivel de calidad al que va dirigido y funcionó", pese a que en un primer momento parecía ser "la antítesis de la publicidad".