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La Ventana
Sociedad

No creo que la imparcialidad de la justicia, a su máximo nivel, salga precisamente reforzada

La sentencia del Supremo contra Álvaro García Ortiz desata una avalancha política y judicial que cuestiona la credibilidad del sistema y mantiene viva la polémica

"La bola comenzó a rodar": el bulo que desata una avalancha política y mediática

Está visto que el cerebro juega su propio partido y, a veces, establece conexiones de lo más curiosas. A mí, este mediodía, al conocer los argumentos de la sentencia con la que el Tribunal Supremo condenó e inhabilitó hace ya casi tres semanas al Fiscal General del Estado, me ha venido a la cabeza la imagen de una gran bola de nieve, la imagen de una luz. Será porque la Navidad está cerca, porque algunas montañas ya empiezan a estar nevadas o porque las estaciones de esquí abren sus instalaciones.

Por lo que sea, he visualizado ese fenómeno de una masa de nieve inestable que se desprende de una ladera empinada y provoca una avalancha que arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Aquí, el origen de la avalancha fue un bulo, una simple piedrecita: un bulo, una mentira reconocida por su propio autor, el jefe de gabinete de la presidenta de Madrid. A partir de ahí, la bola comenzó a rodar y a rodar, y como buena avalancha, ha provocado destrozos considerables. No sólo para Álvaro García Ortiz, claro, sino que todo este episodio ha enfangado y tensionado aún más, y era difícil, el debate político.

Ha transmitido un mensaje inequívoco de que aquí, al menos para algunos, vale todo. Ha dañado también la imagen y la reputación de la Justicia, porque una parte de los españoles, y de los medios, aplaude la condena al fiscal, pero otros muchos la consideran un auténtico atropello. No me parece que la imparcialidad de la Justicia, en su máximo nivel, salga precisamente reforzada. Y eso sin hablar de la escasa o nula credibilidad que el tribunal otorga a los testimonios de varios periodistas.

No ha servido de nada que uno tras otro negaran cualquier comunicación con Álvaro García Ortiz. Ni caso. Y lo peor de todo, es que no creo que la bola de nieve haya dejado de rodar. Puede seguir creciendo. Porque, de entrada, el fiscal condenado puede apelar al Constitucional o a la justicia europea, que forman parte de nuestro entramado jurídico. Y, después, porque este episodio es demasiado suculento como para desaparecer de la conversación pública en todos los niveles. Continúa, por lo tanto, sembrando inquina por los cuatro costados.

En resumen, iba a decir que es un desastre, pero para no pecar de tremendista diré que todo lo ocurrido, desde luego, no me parece una buena noticia.