Sigourney Weaver: "¿Los villanos de nuestra sociedad? Las empresas"

París

La carrera de Sigourney Weaver es una historia de constancia y perseverancia. También de coherencia en su faceta más política y activista. La actriz neoyorquina siempre ha recordado sus complicados inicios, cuando ni sus padres vislumbraban que pudiera ganarse la vida como actriz por su 1,80 de estatura ni sus profesores confiaban en sus dotes para la interpretación. Cuenta Ridley Scott que cuando la vio supo que ella sería la Teniente Ripley en Alien, un papel que cambió su carrera. Fue, precisamente en Alien 2 donde conoció a James Cameron, el director inventor que ha buscado siempre en su cine hacer cosas imposibles. "Es además un adelantado a su tiempo", nos dice de él la actriz, que ha vuelto a colaborar con el cineasta en la nueva entrega de Avatar: Fuego y ceniza, que llega este viernes a unas salas de cine necesitadas de emociones fuertes.

La actriz ha estado presente desde el inicio de Avatar, una de esas películas concebidas para cambiar el rumbo del cine de acción y la definición del blockbuster. En 2009 interpretaba a una doctora Grace Augustina, jefa del programa Avatar y científica experta en Pandora, ese planeta que los humanos pretenden saquear. Ayudó al protagonista, Jake Sully en el programa, hasta que murió por una herida de bala. Sin embargo, la muerte del personaje no la alejó de la saga.

Para la secuela de 2022, Cameron le ofreció un nuevo papel, interpretar a la hija de su personaje, una adolescente que había nacido Na'Vi y vivía con la familia de Sully en Pandora. La actriz no se lo pensó y aceptó. En esta tercera entrega su personaje es además indispensable para salvar el mundo. "Tener que convertirme en una adolescente otra vez, ha sido un reto para mí, porque mi adolescencia no fue fácil, pero estoy muy agradecida, porque me he encontrado con mi yo adolescente. Jim, no lo hemos pasado bien, porque en Alien no lo pasábamos tan bien", reconocía la actriz.

Esta entrega es mucho más oscura y dramática que las anteriores. Aquí la familia protagonista, compuesta por los personajes de Sam Worthington y Zoe Saldaña y sus hijos adolescentes, siguen huyendo como refugiados de sus tierras y enfrentándose a enemigos que quieren derribar y explotar sus recursos naturales. Es casi como si James Cameron hubiera profetizado el mundo actual. "Es increíble que haya escrito este guion hace doce años y sea tan actual", se sorprende la actriz que destaca dos elementos que combinan bien en el guion. "Por un lado esa parte oscura del mundo que rodea a los personajes y, por otro, una parte íntima, donde vemos a la familia lidiar don el dolor y el duelo y convertirse en refugiados. Me deja sin aliento", confesaba Weaver.

Lo cierto es que en Avatar: Fuego y Ceniza los villanos no solo son el ejército y los científicos americanos como en las anteriores; sino también una tribu Na'Vi que encuentra en las armas un aliado para conquistar pueblos. Esa tribu está liderada por el fichaje de esta entrega Oona Chaplin, la nieta de Charles Chaplin.

Villanos por todas partes que quieren destrozar la naturaleza, como en el mundo en que vivimos. "Está claro quiénes son los villanos, Sin duda, las empresas", responde convencida la actriz y explica uno de sus mayores tormentos ahora mismo en los que está involucrada como activista. "Acabamos de aprobar el tratado de alta mar que protege el 30 por ciento de los océanos del mundo, un gran avance para nuestro planeta. Pero, por supuesto, países, como Estados Unidos, no lo han firmado Y he estado trabajando con un grupo ambientalista con la esperanza de lograr que más países lo firmen".

La actriz está convencida también que Avatar es justo lo que los cines necesitan, en este momento de compras, fusiones y opas hostiles entre plataformas y estudios en Hollywood. "Ahora es cuando este tipo de películas tienen un impacto mayor", nos dice sobre un filme que solo en su concepción, ya es toda una defensa del cine y de las salas, en contra de los algoritmos y las plataformas, que aporta varias capas, el plano visual, en el que sigue siendo un innovador, con la captura de movimiento de los actores, los efectos especiales y la recreación del fondo del mar, animales marinos, etc.

"Es tan abrumador estar sentado en una sala de cine, que te saquen de ti mismo y te lleven a un planeta lejano y te veas envuelto en una situación con personas que problemas similares a los que estamos viviendo en la Tierra, eso es ahora mismo una experiencia inolvidable y muy necesaria. Porque sí, puedes ver películas en tu casa, pero estás todo el rato distraída con el móvil o con mil cosas a la vez", reflexiona sobre el hábito de ir al cine hoy. Avatar es entretenimiento, insiste la actriz, un espectáculo en sí mismo que viene a ser el antídoto contra la crisis de las salas que deja claro que, de momento, el blockbuster no ha muerto.