Luis Miñarro y el último papel de Marisa Paredes en el cine: "Es una realidad misteriosa como la vida misma"

Madrid

El director y productor catalán Lluis Miñarro evita hacer y producir un cine narrativo y convencional, prefiere películas que vayan de lo surreal, de los sueños, hasta evocar el contexto actual. Si en Stella Cadente habló, a su manera, de la crisis del gobierno de Rajoy y su obsesión con el cine español, o en Love me not, sobre las torturas en Abu Ghraib, en Emergency Exit se centra en hablar de la muerte, pero no al muerte como final, sino como un tránsito. Productor de películas como El extraño caso de Angélica, de Manuel de Oliveria, Honor de cavallería, de Albert Serra, Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, Apichatpong Weerasethakul, Finisterrae, de Sergio Caballero, o Destello Bravío, de Ainhoa Rodríguez, confiesa que le ha costado desde la pandemia levantar esta película. Pocos se atrevían a romper con las convenciones narrativas.

La película nos muestra a una serie de variopintos y ecléctivos personajes que van dentro de un autobús de la línea 8 de circunvalación de Barcelona ante la circunstancia de que no pueden salir del vehículo, en escenas de interior que se alternan con otras de paisajes de las Islas Canarias como El Teide, las plataneras o los bosques de Laurisilva. Enre ellos, dos vedettes, una ama de casa, Aida Folch, y su hija, una ginecóloga, Emma Suárez, un cura algo salido, Oriol Pla, un director de cine escribiendo un guion, Albert Pla, una antropóloga japonesa, la directora Naomi Kawase, y una actriz, Marisa Paredes. "Es una realidad misteriosa como la vida misma", nos dice el director. La actriz, que falleció hace un año, a los 78 años, se interpreta a sí misma, en una especie de revelación, pues todos estos personajes van hacía el final de sus vidas en ese vehículo conducido por un extraño conductor. "Las fotografías que aparecen son de Chema Prado, y sobre ellas habla de Raúl Ruiz, Ripstein, Oliveira… gente con la que ella trabajó. Las escogió ella".

Dice Miñarro que hay ecos de El ángel exterminador de Buñuel, pero sobre todo de la literatura latinoamericana de los setenta y de la contracultura en la que él se educó sentimental y intelectualmente. Una película sobre la muerte y el deseo, cosas que no podemos eliminar de la condición humana.