Ni las comilonas ni vida sedentaria: piden que te fijes en este detalle si notas que tu plan de adelgazar está fracasando
Los cambios más simples pueden tener un impacto significativo

Comida rápida. / EUROPA PRESS - Archivo (EUROPA PRESS)

En la búsqueda constante por alcanzar y mantener un peso saludable, muchas personas recurren a diversas estrategias y dietas. Sin embargo, a veces, los cambios más simples pueden tener un impacto significativo. Muchas veces nos centramos únicamente en la alimentación y en el ejercicio físico, pero hay otros pequeños detalles que también marcan la diferencia y que no hay que dejar pasar.
Por ejemplo, el alcohol, los refrescos azucarados, los zumos y las bebidas energéticas pueden contener muchas más kilocalorías de lo que imaginas. Media botella de vino tinto o de vino blanco seco contiene 265 kilocalorías.
"Es un alcohol denso en energía y también pobre en nutrientes, lo que significa que no aporta nutrientes", afirma el médico André Heikius en el medio finés Ilta-Sanomat. "Es bueno recordar el efecto del alcohol en el metabolismo. El alcohol altera el metabolismo y, al consumirlo, el cuerpo se ve obligado a priorizar la quema de alcohol. Esto significa que se suspende la quema de otras fuentes de energía, como grasas y carbohidratos", añade.
Este es el motivo que provoca que la grasa se almacene más fácilmente en el cuerpo, y normalmente sobre todo en la zona de la cintura. En tercer lugar, los estudios han demostrado que el alcohol aumenta el apetito.
Hay estudios válidos que han descubierto que si bebes alcohol antes de una comida, el recuento de calorías puede aumentar hasta en un 30%, añade Heikius.
"Si bebes cuatro cervezas los fines de semana, equivale a 600 kilocalorías, lo que equivale a comer una comida más. Esto puede suponer un aumento de peso de 2 a 3 kilos en un par de meses", concluye el médico finés.