Esta es la planta más venenosa de Europa: se apoda 'matalobos' y abunda en esta región de España
Aunque no es tan famosa como otras, la realidad es que es la más tóxica
Acónito / Federica Grassi
El veneno está en el pensamiento de muchos como un arma mortal que, gracias al cine, el teatro y la literatura, se ha visto como un método para hacer el mal. Sin embargo, está en la naturaleza bastante más extendido de lo que parecería y simplemente es una forma de defensa que guardan los que lo poseen. Por ejemplo, varias especies de serpientes son portadoras de algunas toxinas que pueden incluso causar la muerte.
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La Organización Mundial de la Salud sitúa como una de las causas de mortalidad más importantes a nivel global la picadura de estos reptiles venenosos, manejando datos que apuntan a que unas 130.000 personas pierden la vida cada año por este motivo de los alrededor de cinco millones que experimentan algún tipo de mordedura. De esta forma, la ciencia busca antídotos para combatir esa problemática, habiéndose acercado bastante a uno gracias a la colaboración de un hombre.
El doctor Jacob Glanville, director ejecutivo de la compañía Centivax, conoció la historia de Tim Friede, un exmecánico estadounidense que se sometió voluntariamente a más de 200 mordeduras de reptil durante los últimos 18 años, así como a más de 700 inyecciones que contenían toxinas. De esta forma, a Glanville se le ocurrió pedirle unas muestras de su sangre para intentar descubrir un antídoto universal, llegando a unas prometedoras conclusiones en los que 13 de los 19 experimentos realizados en animales resultaron exitosos y se pudo paliar el efecto de venenos.
Los venenos en el mundo antiguo
Pero no solo en los animales los podemos encontrar, sino que en el reino de las plantas también hay una gran cantidad, y algunos muy peligrosos. Solo hay que imaginar lo que esto puede suponer cuando los herbívoros se disponen a alimentarse, aunque el instinto y el conocimiento del terreno es primordial y muchas de estas especies que se alimentan de plantas y vegetales las reconocen perfectamente y no las consumen. Haberlas hay muchas, pero una destaca por encima de todas por su gran toxicidad. Y no, no es la cicuta.
La planta más venenosa de Europa
El popular creador de contenido sanitario conocido como Farmacéutico Enfurecido hablaba sobre la planta más tóxica de Europa en una de sus publicaciones sobre curiosidades. Descartando la cicuta, hablaba ni más ni menos que del acónito. "Se ha llegado a utilizar en forma de cataplasma porque quitaba el dolor a nivel local, el problema es que a veces lo quitaba para siempre", comentaba el profesional, que decía que aunque la cicuta es la más famosa, esta planta perteneciente a la familia de las Ranunculáceas se lleva la palma.
"Tiene una sustancia que se llama aconitina, que es extremadamente tóxica y puede matar en cuestión de minutos", afirmaba sobre una especie de la que el Heraldo también escribió, ya que aseguran que "habita en los altos Pirineos, Sistema Ibérico y Sierra de Gúdar principalmente, siempre a grandes alturas, salvo en aquellas de influencia mediterránea, hábitat que no le agrada". Teniendo su máximo esplendor en verano, presenta unas flores de color azul o morado y aparece a ras de suelos poco poblados, aunque la planta puede llegar a medir un metro de altura.
En este medio apuntan que el contenido en aconitina es 10 veces más concentrado en sus raíces tuberosas que en las hojas. "35 gramos de raíz fresca contienen de 2 a 6 mg de aconitina, cantidad suficiente para matar a un hombre. A las cuatro horas de la ingestión se produce paro cardiaco y la muerte", escribiendo que hay que evitar el roce con las partes aéreas, flor, hoja y tallo, puesto que "la toxina atraviesa la piel, produciendo calor, picor, punzadas, y cierto embotamiento mental, ya que se inhala, y además afecta a los ojos, produciéndose también sensación de frío. Añádase sudoración intensa que baja la temperatura del cuerpo".
Las consecuencias pueden ser devastadoras desplomando el pulso a 30 pulsaciones por minuto. Y es que su toxina es "rápidamente absorbida vía membranas mucosas aunque, al aplicarse externamente, puede absorberse por la piel provocando intoxicación sistematizada". Además, al acónito lo apodan como 'matalobos', porque esos animales están expuestos a él por dormir entre rodales, pudiendo llegar a morir sin consumirlo tan solo por penetrar la aconitina por el hocico, ojos y su propia respiración.