Este es el aperitivo que siempre debes evitar cada vez que vayas a un restaurante

Cuando vamos a un restaurante, se suele acudir pensando en los numerosos platos que hay en la carta de cara a una comida o cena ideal, queriendo degustar elaboraciones que nos deleiten el paladar y nos dejen el estómago bien saciado. Nos centramos en el primero y el segundo, incluso los hay más golosos que están muy interesados en los postres, pero realmente lo que empieza a llenarnos y es bastante clave son los entrantes.

Estos son recurrentes, aunque hay quien decide no tomarlos por no quitarse demasiado el hambre y poder degustar las estrellas de las cartas. No pasa nada, se puede hacer, aunque haya casos polémicos en los que casi nos obligan a pedirlos. Esto le pasó a unos clientes de un restaurante en el Puerto de Pollença, en Mallorca, que se llevaron una desagradable sorpresa al enterarse que les habían cobrado dos euros por no pedir los entrantes.

"Pedimos la cuenta, pagamos, y al mirar el ticket mi acompañante se dio cuenta de que nos habían cobrado por no pedir entrante", comentaba uno de los comensales en el diario mallorquín Última Hora. Esto, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) "no es legal", siendo la única vía legítima para tal caso "que este se sirva como parte de un menú o tarifa que incluya un apetitivo". Y es que el mundo de los entrantes es extenso.

Hay una gran variedad dependiendo del lugar que vayamos, pero hay una serie de ellos que se encuentran prácticamente en todas las cartas. Si eres de los que se pirran por ellos o simplemente te gusta picar algo mientras esperas 'el plato fuerte', quizá te interese saber cuál consideran algunos expertos en gastronomía que no debemos de pedir habitualmente, por una razón muy simple: normalmente no se suele cocinar bien.

ELISA MUÑOZ / ADRIÁN PICAZO

Cuidado con este entrante

La web portuguesa Noticias ao minuto se hace eco de las recomendaciones que dio el chef Kyle Taylor comenta a Eat This, Not That, donde apuntó el arma de doble filo que supone uno de los entrantes que suele gustar más a los comensales, pero que no siempre se lo van a comer de manera óptima por la dificultad que tiene encontrarle el punto, aunque influyen otros aspectos como la calidad del producto o lo fresco que llegue a estar. Por lo tanto, pedirlo es jugársela a que no te termine de gustar.

El cocinero explica que nunca pide calamares porque, aunque reconoce que "pueden ser la estrella de la noche si se preparan correctamente", afirma que esto "no ocurre muy a menudo". "Cuando son frescos están buenísimos, pero cuando están congelados, con mucho empanizado, saben a goma", destacando también las prácticas que llevan a cabo en algunos restaurantes para su conservación que les resta calidad, por ejemplo dejándolos bajo lámparas de calor, con lo cual estos aperitivos "pierden toda su exquisitez y eso los hace menos sabrosos".