La isla italiana que emergió de la nada en 1831 y que ahora nadie sabe dónde está
Un suceso que consternó a todos y aún no ha sido olvidado
Pintura de Ferdinandea / DEA / V. GIANNELLA
Hay un hecho de lo más inusual pero que puede ocurrir, es más, ha ocurrido alguna vez, y este no es otro que la aparición y desaparición de islas. Parece una locura que puedan esfumarse sin que haya ninguna acción humana, el ser más lesivo para la naturaleza y la geografía en toda la historia de nuestro planeta, pero es una realidad. En ocasiones, especialmente en las zonas más volcánicas y geológicamente "nuevas" pueden regresar a su origen, el mar. Así lo explican en Esquire.
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Esto lo escribieron en el contexto de un caso muy concreto que ocurrió en Italia allá por el año 1831, cuando frente a la costa de Sciacca (Sicilia) apareció una nueva isla debido a una repentina erupción volcánica. Esa gran conmoción geológica hizo que el lecho marino emergiera a la superficie para dar a conocer a Ferdinandea, nombre que se le puso en honor a Fernando II de Borbón, la cual desencadenó tanto la atención de los geólogos como de las naciones que ansiaban hacerse con un nuevo territorio, sobre todo porque tenía un emplazamiento estratégico.
En la revista Muy Interesante explicaban que desde ese lugar se podía vigilar todo el tráfico marítimo entre África e Italia, así que varios países se dispusieron a reclamarla cuando se enteraron de su aparición. Michele Fiorini fue el primero en llegar a esta superficie de 4.800 metros de longitud, 63 de anchura y una altura de 60 metros, pidiéndola para el Reino de las Dos Sicilias, pero también hicieron lo propio Reino Unido y Francia, incluso bautizándola según su gusto. En dicha revista apuntan que España mostró cierto interés en ella.
A pesar de que las erupciones volcánicas eran continuas y la isla se estaba erosionando, fue durante un tiempo un lugar turístico recurrente para aquellos que podían permitirse ir hacia allí, pero todo ese proceso natural hizo que la isla terminara desapareciendo a finales de ese mismo año, acabando de un plumazo con la disputa territorial y dejando muchas incógnitas de lo sucedido. Una isla que apareció y desapareció en un breve espacio de tiempo, y se ha estado esperando desde entonces que volviera a la superficie.
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¿El regreso de Ferdinandea?
Después de muchos años, la actividad sísmica volvió a aparecer y hubo mucho runrún entre los vulcanólogos sobre el resurgimiento de la isla, es más, Muy Interesante asegura que en octubre de 2002, una vez que el Etna, el volcán activo más grande de Europa, entró en erupción, "el Instituto de Geofísica y Vulcanología de Roma observó actividad sísmica y emisiones de gases menores en los alrededores y se comprobó que la isla había alcanzado los cinco metros bajo el mar". Estaban esperándola e incluso algunos marineros clavaron la bandera de Italia en la parte superior de la tierra sumergida para asegurarla para su nación.
Pero nunca llegó a regresar. Explican que "en la actualidad Ferdinandea se encuentra apaciblemente sumergida a 6 metros bajo la superficie del mar", pero ningún efecto natural, suceso sísmico ni intervención humana en la zona que podría haber hecho volver a avistar la isla lo ha conseguido. Y es que incluso un avión de combate norteamericano bombardeó ese terreno en 1986 creyendo que este curioso territorio era un submarino libio.
