Una estudiante de secundaria con las mejores notas se desahoga: "Me has agotado y dejado exhausta"
A través de una carta, contó lo que había vivido

Chica escribiendo / pongnathee kluaythong

La época estudiantil se antoja totalmente clave para el desarrollo de las personas, ya no solo porque es el momento en el que nos formamos académicamente de cara a tener un futuro que se ajuste a nuestros gustos y necesidades, sino porque durante ese tiempo es cuando se forma nuestra personalidad. Es por ello que hay que tener especial cuidado sobre cómo son las relaciones de los chicos y chicas, entre ellos y con los docentes, porque pueden marcar su vida para siempre, tanto para bien como para mal.
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Y es que unas malas experiencias pueden convertir todo ese proceso esencial en un auténtico infierno social, destrozando la salud mental de los jóvenes. Algo así le ocurrió a una estudiante de Udine (Italia), quien después de graduarse con honores y las mejores calificaciones de su centro, expuso todo lo que vivió en una carta pública donde señaló tanto a compañeros como profesores, como explicaba en Il Nord Est y recogía La Tecnica Della Scuola. Este fue el texto dirigido a ellos:
"Estaba deseando que llegara este momento para poder expresar mis pensamientos y liberarme de los prejuicios y juicios que me han asociado. No me conocen, nunca me han conocido y nunca les ha importado. Al final, gané y me sentí satisfecha: me gradué con un 100, un 100 merecido e inesperado.
Durante años me aislaron, me trataron como 'débil', por usar tus palabras, me ignoraron y me menospreciaron. Durante años tuve que ir a terapia por problemas que jamás habría tenido sin ti. Durante años sufrí en silencio porque nadie estaba dispuesto a escucharme.
Guardé silencio porque el miedo a que mi camino se viera comprometido me aterraba aún más; sufrí en silencio, me ayudé y me redimí sola. Ojalá pudiera decir también que la preparatoria fue la mejor época de mi vida, pero para mí fue la peor: las noches sin dormir llorando por los demás, los ataques de pánico en los baños de la escuela, la indiferencia ajena.
He pasado por dificultades, y tú estabas al tanto de ellas, pero pensaste que era la oportunidad perfecta para obstaculizarme. ¿Por qué? A menudo se describe la escuela como un entorno seguro, de libertad y unidad, de apoyo y bienestar, pero creo que puedo afirmar con certeza que no es así.
Di todo para lograr estos resultados, pero los logré a base de dolor y sacrificio; podrán ser calificaciones o reconocimientos maravillosos, pero para mí son y serán siempre una prueba tangible de cuánto sufrimiento hay detrás de ellos, porque a pesar de todo, los logré sola.
A pesar de los juicios inapropiados y personales, a pesar de la libertad que muchos se tomaron para juzgar y criticar mi condición física y psicológica, a pesar de los ataques personales infundados, a pesar de los votos utilizados como arma y no como herramienta, logré salir adelante con dignidad y orgullo.
Tú, que me has desgastado y agotado, espero que te des cuenta de esto y vivas con este conocimiento; espero que estés orgulloso de mí y de mi logro. Tú, que has estado desgastado y agotado, espero que entiendas que tarde o temprano todo termina, e incluso puede terminar bien".
La chica explica la situación
Poco después de que se hiciera conocida la carta, la muchacha, que decidió permanecer anónima, habló con Il Nord Est, explicando lo sucedido, que comenzó "en octavo de bachillerato". "Tuve una discusión con unos compañeros y me expulsaron del grupo. Uno de los profesores intervino y nos reunió en un círculo para hablar de nuestros problemas. Todos llorábamos, pero él solo consoló a los demás y se volvió hacia mí, haciéndome preguntas insistentes, mientras yo físicamente no podía ni hablar. En su opinión, todo era culpa mía", aseguraba.
Comenta que nada mejoró después de esa reunión, sino que "a partir de ese momento, me etiquetaron de débil y problemática", sucediéndose otras situaciones complicadas para ella, porque ya tenía ese estigma encima. "En otra ocasión, durante un taller, me puse a llorar porque estaba pasando por un momento difícil, y el mismo profesor me sacó del aula, diciéndome que parara y me concentrara en mi trabajo. Empezó a verme a su manera", pero no solo fue él, sino que con otro docente pasó lo mismo, lo que pare ella es "una falta de empatía por parte de esos dos profesores".
Tal era la animadversión que dice la chica que le tenían que asegura que "uno de ellos, examinador interno, ni siquiera me saludó durante los exámenes orales. No me dirigió la palabra ni me miró a la cara". Y el centro, conocedor de los problemas, no puao ninguna solución: "La directora tampoco fue de mucha ayuda: insistía en que intentáramos convivir pacíficamente". "Esperaba una amplia retroalimentación del profesorado involucrado, pero no fue así. También envié el borrador al profesorado del centro de orientación, con quienes contacté pensando que participarían", explica la estudiante sobre la carta que hizo pública, porque no quería que su infierno quedara ahogado entre las paredes de esas aulas.




