La científica aeroespacial que ha creado un prototipo para producir agua en la Luna utilizando sus rocas
Un desarrollo revolucionario que cambiaría la relación con nuestro satélite
Luna / Grant Faint
Michèle Lavagna es científica, ingeniera aeroespacial y profesora de la Universidad Politécnica de Milán, pero sus aspiraciones cuando era pequeña no se centraban precisamente en eso. "No era la típica niña que decía: 'De mayor seré astronauta'. Mi verdadera pasión es la navegación en alta mar, donde se puede ver el cielo en todo su esplendor, con un manto de estrellas en lo alto. De ahí nació mi amor por el universo, y el cielo, aunque te haga sentir diminuto, transmite una belleza y un poder extraordinarios", le comentaba al medio Wired, donde la han entrevistado.
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Y esa obsesión le viene de familia, ya que su madre tenía licencia de piloto de avioneta y tomó como hábito el estar en el aire, de hecho, asegura que obtuvo su licencia de piloto incluso antes que la de conducir. Igualmente, en la escuela secundaria de lo que se enamoró fue de la filosofía, pero con el paso del tiempo se dio cuenta de que "quería contribuir al mundo de una manera más concreta", así que se matriculó en Ingeniería Electrónica, ya que en aquella época aún no estaba disponible la carrera de Ingeniería Aeroespacial.
Su gran paso hacia el papel que ocupa hoy vino cuando empezó a dedicarse a la aeronáutica, pues fue cuando conoció a Amalia Ercoli Finzi, que según el medio italiano, fue la primera mujer en graduarse en Ingeniería Aeronáutica en Italia, en 1961, la primera catedrática de Mecánica de Vuelos Espaciales y la primera mujer en inaugurar un año académico en el Politécnico de Milán. "Era la única persona que trabajaba en el ámbito espacial en nuestro departamento. Escribí mi tesis y doctorado con ella" cuenta Lavagna.
"Enseguida conectamos a la perfección. Yo buscaba un líder carismático; quizá ella buscaba, en un mundo meramente masculino, una conexión femenina. De ese encuentro nació un vínculo muy especial. Me ayudó a crecer, me dio confianza y me brindó muchas oportunidades", recordaba la protagonista, que ha visto cómo todo ese recorrido, vivencias y aprendizajes marcarían su vida para siempre hasta que, en la actualidad, está inmersa en varios programas de lo más relevantes en su campo, siendo además pieza clave en algunos que son totalmente revolucionarios.
Su gran proyecto
Esta profesora de diseño de sistemas espaciales lleva años trabajando en el desarrollo de tecnologías para misiones y exploración, como explican en Wired, y diseña sistemas complejos destinados a ser enviados al espacio profundo, basados en robótica, en gran medida. Su labor le ha otorgado grandes reconocimientos y premios, estando ahora inmersa en una investigación que puede cambiar la relación que tenemos con nuestro satélite. Ha desarrollado un proceso para extraer oxígeno del regolito, la arena que cubre la superficie lunar.
Este proceso, indican en el artículo, es un paso crucial hacia la generación de agua en el espacio, de ahí que, dada su importancia, su tecnología está financiada por la Agencia Espacial Europea (ESA) y con el apoyo de la Agencia Espacial Italiana. "La arena lunar está compuesta de rocas trituradas. A nivel microscópico, estas rocas contienen elementos como silicio, aluminio, hierro, magnesio y, por supuesto, oxígeno. Mediante procesos químicos específicos, podemos romper los enlaces entre estos elementos y liberar el oxígeno, recolectarlo en forma gaseosa y mezclarlo con hidrógeno para obtener agua", explicaba la científica.
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"Esto significa que, con un sistema pequeño, podríamos recolectar un puñado de arena lunar y extraer agua: una condición esencial para permanecer en la Luna", algo que parece primordial dado que, comenta, "transportar materiales desde la Tierra sigue siendo demasiado difícil y costoso". De esta forma, después de muchos años de estudio e investigación, han conseguido construir un prototipo en sus laboratorios, lo que abre un sinfín de posibilidades, pero es algo que llevará aún su tiempo para que esté totalmente operativo.
Michèle Lavagna explicaba que "fue financiado por la Agencia Espacial Europea y posteriormente por la Agencia Espacial Italiana" y el principal objetivo que tienen, con el apoyo de estas instituciones, "es llevarlo a la Luna para finales de la década". Antes es bastante complicado, porque tienen que hacer frente a problemas estructurales, pues el primer prototipo es tan grande como dos lavadoras juntas. "Ahora estamos trabajando para miniaturizarlo al tamaño de una caja de zapatos, para que pueda transportarse y usarse en la superficie lunar. Próximamente se unirá al proyecto una división industrial para producir el dispositivo destinado a volar", afirmaba la experta para Wired.
