Este es el motivo por el que nos gustamos en los espejos pero no en las fotografías
Tiene que ver con diferentes aspectos personales

Ilustración de una foto en el espejo / Visual Generation

¿Te ha pasado que te miras en el espejo y te ves bien, pero luego en las fotos no tanto? Pues según los expertos, la percepción de nuestra propia imagen en estas dos situaciones depende de factores psicológicos, fisiológicos e incluso técnicos, como explican en IXBT Live. En este artículo comienzan hablando sobre la descripción del efecto de mera exposición por parte del psicólogo Robert Zajonc, quien apuntaba que consiste en que tendemos a preferir las cosas que nos resultan más familiares y habituales.
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Esto es lo que pasa en el espejo, donde vemos una versión reflejada que conocemos, a la que estamos acostumbrados a desde la infancia, lo que provoca que nuestro cerebro se adapte a esta imagen del rostro y que la percibamos como "normal", mientras que en las fotografías esta es "directa", menos familiar y, por lo tanto, menos atractiva. Hacen referencia también a un experimento de 1977, publicado en la Revista de Personalidad y Psicología Social, que llevaron a cabo los psicólogos Theodore Mita, Marshall Dermer y Jeffrey Knight, donde dieron a los participantes dos opciones de fotos de sí mismos: reflejadas y normales.
La mayoría eligió las versiones reflejadas, asegurando que las otras les generaban incluso incomodidad. Y es que el espejo da la libertad de vernos en movimiento, pudiendo cambiar el ángulo, la expresión facial y la pose para encontrar el aspecto que más nos satisfaga. En una fotografía no siempre se consigue la expresión acertada y se transmiten menos emociones y expresividad facial. Pero también hay especificaciones técnicas en cuanto a la percepción de nosotros mismos en ilustraciones en papel o digitales.
Especificaciones técnicas
En IXBT Live señalan que la calidad y el tipo de cámara también influyen, puesto que según el dispositivo usado, la iluminación, el ángulo e incluso el objetivo pueden distorsionarse las proporciones faciales. De hecho, recogen los datos de un estudio de 2016, publicado en JAMA Facial Plastic Surgery, que comprobó cómo los selfis tomados a corta distancia distorsionan el rostro un promedio del 30% en comparación con las proporciones reales de las personas. Este es otro punto donde ganan los espejos, pues nos vemos en tiempo real y con una perspectiva natural. Y en cuanto a la luz, también sale ganando, aunque pueda parecer que no.
La que podemos encontrar en el baño o directamente la que nos da de manera natural, puede ser mejor, incluso inconscientemente podemos elegir el lugar donde las condiciones sean mejores para resaltar nuestros rasgos. En las fotos, la iluminación puede ser aleatoria, provocando que se intensifiquen imperfecciones de la piel o sombras. Igualmente, en el aspecto psicológico encontramos cómo nuestro cerebro tiende a idealizar la propia imagen, centrándonos en los rasgos que más nos gustan de nosotros cuando nos miramos en el espejo, provocado por un sesgo cognitivo que ayuda a mantener una autoimagen positiva, así como en nuestras representaciones estáticas notamos detalles que normalmente pasamos por alto.

Además, hay otra variable que tocan en el artículo, porque, según escriben, la tecnología moderna añade otra capa de complejidad. En época de redes sociales, los filtros y editores de imágenes crean estándares de belleza poco realistas, derivando en insatisfacción de la propia apariencia sin ellos, como determinó un estudio publicado en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública en 2020. De esta forma, vemos cómo los condicionantes son muchos, así que no pienses que no eres fotogénico, simplemente te percibes menos 'familiar' en las fotos que cuando te ves reflejado.




