Los investigadores se sumergen al abismo a 3.000 metros y emergen con tres nuevas especies de adorables peces
Las tres especies fueron observadas por primera vez en 2019

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En las zonas más oscuras y remotas del océano, donde la luz no alcanza y la presión es extrema, la vida sigue ofreciendo sorpresas. Un equipo de investigadores ha identificado tres nuevas especies de peces de aguas profundas, según revela un estudio publicado en la revista Ichthyology & Herpetology.
Se trata de nuevas especies de pez babosa, una familia que ya cuenta con más de 400 especies conocidas. Una de las más llamativas es el Careproctus colliculi, de tono rosado, cuerpo gelatinoso y grandes ojos, que ha sido descrito por los científicos como “particularmente adorable” para una criatura de las profundidades.
Este curioso pez destaca por sus 22 radios en las aletas pectorales, lo que no solo le confiere una apariencia única, sino que también le permite moverse con notable agilidad.
Las tres especies fueron observadas por primera vez en 2019 durante una misión con el sumergible Alvin, en una zona conocida como Estación M, frente a la costa de California. La expedición fue liderada por el Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey (MBARI), y las filmaciones se realizaron a más de 3.200 metros de profundidad.
Junto al Careproctus colliculi, los investigadores identificaron a Careproctus yanceyi y Paraliparis em, dos especies de color negro que también fueron capturadas durante la misma inmersión.
“Cuando observé detenidamente los especímenes, me sorprendió mucho lo diferentes que eran entre sí, tanto morfológica como genéticamente”, explicó Mackenzie Gerringer, bióloga y autora principal del estudio, en declaraciones a IFLScience.
“Que dos especies no descritas aparezcan en el mismo lugar y en una zona tan estudiada de las profundidades marinas demuestra cuánto nos queda aún por aprender sobre nuestro planeta”, añadió.
Adaptaciones extremas para un entorno extremo
Sobrevivir en las profundidades del océano exige habilidades extraordinarias. En un entorno donde no hay luz solar y la presión es aplastante, estos peces han desarrollado estrategias únicas de adaptación.
“A esas profundidades, el color deja de ser importante para camuflarse”, señala Gerringer. Sin una visión efectiva, estos animales dependen más de otros sentidos como el gusto y el olfato, especialmente mediante los radios de sus aletas, que son muy móviles.
Las imágenes registradas por MBARI muestran al Careproctus colliculi nadando con gran destreza gracias a sus aletas pectorales. “Esos radios no solo son clave para girar y moverse, sino también para explorar el entorno y detectar estímulos”, detalla la bióloga.
Para Gerringer, estos hallazgos son un recordatorio de que las profundidades marinas, a menudo vistas como un entorno inhóspito, son en realidad el hábitat más grande de la Tierra.
“Pensamos en el fondo del mar como un lugar extremo porque nos resulta ajeno, pero para millones de especies, es simplemente su hogar”, señala.
“Descubrir especies aparentemente frágiles que prosperan en esos hábitats destaca la belleza del mundo marino profundo y la necesidad urgente de entenderlo y protegerlo”, concluye.




