La cueva que albergaba los restos del 'Hombre de Loizu' contiene pinturas rupestres

Pamplona

Hace ahora dos años salieron a la luz los restos del 'hombre de Loizu'. Una estructura ósea bien conservada pese a sus 11.700 años de antigüedad. Son los restos humanos de mayor antigüedad hallados en Navarra. En realidad habían sido encontrados en la cueva Errotalde de Aintzioa, en el valle navarro de Erro, en 2017 por espeleólogos del grupo Sakon de Noain. Ellos dieron el aviso del hallazgo al Gobierno de Navarra y desde entonces, técnicos de la Institución Príncipe de Viana y de la Universidad de Cantabria, investigan sobre estos restos. Preparan una monografía destallada con todas las circunstancias que rodean al Hombre de Loizu. La publicación verá la luz en unos meses, según explica Maitane Tirapu, una de las 26 personas que han participado en el equipo de investigación.

Tirapu es osteoarqueóloga -especialista en interpretar los huesos desde el punto de vista de la arqueología- y antropóloga. En La Ventana de Navarra ha avanzado algunos de los contenidos que expondrá este martes, 7 de febrero, en una charla que ofrecerá esta tarde en el Palacio del Condestable de Pamplona. La conferencia se enmarca en un acto organizado por Arakadia antropología, una asociación navarra que trata de promocionar la labor de los profesionales de esta disciplina científica. Nos lo cuentan Elena Albisu Vidaurre y Rebeca Palacios Sánchez, pertenecientes a Arakadia, que con esta actividad en Condestable, celebra algo así como su presentación en sociedad.

El Hombre de Loizu: Una muerte violenta y decoración rupestre

Maitane Tirapu cuenta en esta entrevista como las investigaciones que se han desarrollado en estos años han corregido algunas de las hipótesis que inicialmente se barajaban sobre este individuo. No era tan joven como se pensó en un principio. Debió morir entre los 23 y los 25 años. La causa de su fallecimiento pudo tener que ver con el impacto de un objeto contundente en la cabeza: "Le pegaron un golpe en la cabeza", interpreta Tirapu. Y apunta a que "la localización del golpe es muy típica en casos de violencia interpersonal". En cuanto al sentido de la ocultación del cuerpo en el interior de la cueva, "representaciones funerarias hay muy pocas. No sabemos si nos encontramos ante la excepción o ante la norma", señala. Sí que se aprecia en el depósito funerario una relación entre los individuos que lo colocaron y el fallecido: "lo hacen con cuidado, se refleja un sentimiento, pero la importancia del individuo en el grupo es difícil de determinar".

Otra de las novedades más destacadas tiene que ver con la aparición de manifestaciones de "arte rupestre", aunque no cabe pensar en "representaciones de bisontes" ni nada similar. Se trata de "manifestaciones artísticas humanas; digitaciones, huellas de dedos de color rojo, similares -sino idénticas- a las que cubren el cráneo del hombre de Loizu". Según explica estas "digitaciones" pintadas en las rocas de la cueva, las ha identificado Jesús García Gazólaz, uno de los responsables del proyecto de investigación y técnico de Príncipe de Viana, en posteriores exploraciones de la cueva Errotalde.