Los Astérix y Obélix de la educación pública en Navarra: escuelas rurales que luchan por no bajar la persiana

Pamplona

La caída de la natalidad en Navarra sigue la tendencia española. De acuerdo con el Nastat, en 2011 nacieron 6.747 menores. Sin embargo, los últimos datos disponibles, que son los de 2021, apuntan que los nacimientos se han reducido hasta los 5.113. A menor número de nacimientos, menor número de matriculaciones en los colegios navarros. En los grandes núcleos poblaciones, esta afirmación se suele traducir en el cierre de líneas en los colegios públicos o en la reducción de los conciertos educativos con los concertados, pero no suele conllevar la clausura del centro. No ocurre lo mismo en las áreas rurales. Desde 2007, once colegios han bajado la persiana en la Comunidad foral. Todos ellos en localidades de menos de 500 habitantes. De acuerdo con datos del departamento de Educación, las últimas escuelas en cerrar sus puertas han sido las ubicadas en las localidades de Sada y Figarol. Tampoco están ya en funcionamiento colegios como el de Beintza-Labaien, Lezáun, Isaba, Liédena, Ezkaroz, Cirauqui, Mañeru, Eratsun y Murieta.

Sin embargo, hay otras escuelas públicas que luchan por mantenerse en funcionamiento. Es el caso, por ejemplo, de la de Beire. Su directora, Alicia Ramos, expresa en la SER que "nosotros subsistimos y existimos por las peleas que tenemos nosotros como centros pequeños". En su caso, la escuela tiene un aula multigrado o aula unitaria. Está compuesta por 8 alumnos de diferentes etapas. Este curso, solo se ha matriculado un estudiante de nuevo ingreso, y si se ha mantenido abierta es porque, recientemente, Educación ha autorizado que la escuela pueda impartir toda la etapa de Primaria y no solo hasta segundo curso. Ello ha permitido cumplir con la ratio mínima para mantenerse en funcionamiento. Desde que en 2018 se firmó el Pacto para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza Pública en Navarra, estas aulas unitarias cuentan con un refuerzo: media jornada más de profesorado. Esto permite, detalla Ramos, que se pueda desdoblar la clase en algunos supuestos.

Entre los principales problemas que detecta Ramos para la supervivencia de la escuela está la falta de comedor. "Hay muchos que necesitan comedor y el alumnado que va a otros colegios más grandes sí lo tiene. Además tienen su derecho. Tú puedes pedir que te admitan en otro colegio porque tiene comedor y tú, como trabajadora, necesitas ese servicio. Y eso el departamento lo va a admitir, aunque tú tengas un colegio en tu pueblo". Hay un caso que lo ejemplifica. Beire está a 7 kilómetros de Murillo El Cuende, a medio camino entre esta localidad y Olite. Las y los menores de Murillo acuden al colegio comarcal de Olite. "Esas personas tienen derecho a ser transportadas y tienen derecho a tener comedor. Entonces, claro, las escuelas pequeñas eso no lo podemos garantizar. No podemos garantizar tener un comedor, evidentemente. Con 8 alumnos no puedes gestionarlo, a no ser que te ayude el departamento, pero no están por la labor".

El alcalde de Burguete, Jose Irigaray, coincide en que disponer de un comedor en la escuela es un servicio esencial. En el caso de esta localidad, el colegio apenas cuenta con una decena de estudiantes. Ha estado a punto de cerrar sus puertas, pero una familia ha matriculado finalmente a sus hijos en la escuela y este septiembre volverá a levantar la persiana. Irigaray demanda soluciones específicas para estos colegios y critica que Educación "aplica unos ratios que muchas veces es imposible cumplir en unos pueblos tan pequeños. No solo en este caso. En transporte, por ejemplo, nos pasa lo mismo. [Nos dicen] es que no cumplís los ratios. Es que nosotros es casi imposible que cumplamos esos ratios y no podemos competir, por decirlo de alguna manera, con Caparroso. Yo creo que tiene que haber diferentes ratios y tiene que haber una discriminación positiva hacia estos casos".