Sociedad

Ramón, Javier o Manuel: las historias que cuentan los casi 40.000 expedientes de presos que el Ministerio ha trasladado a Navarra

La Administración del Estado traspasa al Archivo Real y General de Navarra 39.781 expedientes de personas encerradas en las prisiones de partido de Estella, Tudela y Tafalla, la Prisión Provincial de Pamplona y el Fuerte de San Cristóbal entre 1926 y 1960

Navarra recibe en depósito cerca de 40.000 expedientes de prisiones de entre los años 1926 y 1960

Navarra recibe en depósito cerca de 40.000 expedientes de prisiones de entre los años 1926 y 1960

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Pamplona

La Administración del Estado ha traspasado al Archivo Real y General de Navarra 39.781 expedientes de los años 1926 a 1960 correspondientes a las prisiones de partido de Estella, Tudela y Tafalla, la Prisión Provincial de Pamplona y la Prisión y Sanatorio Penitenciario de la Fortaleza de San Cristóbal. El proceso para hacerlo comenzó en 2019 y ha culminado este verano. El pasado julio el Ministerio dio el visto bueno final y este pasado 29 de agosto el archivo recibió las 480 cajas que contienen los expedientes. Hasta ahora, estaban custodiados en el Centro Penitenciario de Pamplona I. Este jueves se ha celebrado el acto institucional en el que han estado presentes la consejera de Cultura, Deporte y Turismo, Rebeca Esnaola, y el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz. Esnaola ha subrayado que estos expedientes constituyen "una fuente de primera mano sobre nuestro pasado, correspondiente además a un periodo de tiempo convulso, crítico y doloroso para muchas familias navarras". Se desconoce a qué personas corresponden estos archivos, pero todo apunta a que habrá un importante porcentaje de presos políticos por la época que engloba y por las cárceles de las que provienen. Pese a que Navarra no fue un frente de guerra entre 1936 y 1939, sí existió una fuerte represión durante el conflicto y la dictadura posterior. Sin ir más lejos, a inicios de la década de los cuarenta se conocía a Pamplona como la ciudad de los cautivos. Se estima que había 12.000 reclusos en una ciudad con una población de 50.000 personas. Es decir, el equivalente a uno de cada cuatro personas estaban presas. "Se trata de un conjunto documental relevante que, a través de la investigación histórica y el acceso de la ciudadanía a estos fondos, será clave para constituir y salvaguardar la memoria de nuestra tierra y servir de impulso al conocimiento de la ciudadanía sobre su pasado", ha subrayado Esnaola.

Hoy por Hoy Navarra (05/09/2024)

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Existía un importante número de reos procedentes de otras comunidades autónomas que pasaron un tiempo en prisiones navarras. En este sentido, Ortiz ha apuntado que este traspaso permitirá "seguir favoreciendo el acceso a esta documentación de valor histórico tanto a los ciudadanos como a los investigadores". Ha añadido que los expedientes personales de internos que han sido transferidos "suponen una relevante fuente de información para el estudio de los diferentes regímenes políticos por los que ha pasado nuestro país, así como para conocer los cambios sociales y el diferente perfil de las personas que en cada época han pasado por las prisiones de este territorio". Por su parte, el archivero Diego Val ha explicado que estos expedientes están integrados por las diligencias y documentos que se produjeron durante la estancia de estos internos en uno o varios centro penitenciarios durante los periodos de privación de libertad a los que fueron condenados. Eran una herramienta de control administrativo y, de hecho, si el reo era trasladado a un nuevo destino, iba acompañado de su expediente. En ellos se puede encontrar un formulario de identificación con los datos personales del interno y una hoja de vicisitudes con los hechos más relevantes. Por ejemplo: los traslados de centro, las rebajas de condena, las calificaciones de conducta, las recomendaciones médicas, las sanciones, los indultos o las concesiones de libertad condicional y la extinción final de condena. Al final de cada expediente se encuentran también los documentos que sirven de sustento a esas vicisitudes. Esto supone que el contenido, en muchos casos, es de carácter sensible, por lo que el acceso a esta información es restringida.

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Historias personales

El detalle de los expedientes permite reconstruir la vida de los internos. Val ha destacado varias historias. Entre ellas, la de Manuel, originario de Málaga. En 1934 fue detenido por un atraco a mano armada y en otros desórdenes. "Ingresó inicialmente en el centro penitenciario de Alcalá de Henares, en la escuela de reforma y posteriormente se dispuso su traslado a la prisión del Fuerte de San Cristóbal". Su expediente finaliza en noviembre de 1936: "El último apunte es el de su muerte. Esta persona intentó fugarse del Fuerte de San Cristóbal. En el expediente lo que pone es que en ese intento de fuga la fuerza pública lo mató. Según lo que pone, ya había intentado fugarse en centros anteriores". Estos expedientes acompañaban la vida de los internos.

Hay otras historias como la de los hermanos Celaya Pardo. Fueron detenidos el 20 de diciembre de 1955 con 21 y 36 años de edad, respectivamente, acusados de los delitos de parricidio y homicido. Habían matado a sus padres y a otro hermano tras una discusión por la herencia. Tras pasar por la prisión de Tafalla, ingresaron en la de Pamplona. En el expediente del más joven consta que no tenía antecedentes, que era labrador de oficio y que estaba soltero. Finalmente, fue condenado a tres penas de muerte por los delitos de parricidio y asesinato y su caso fue revisado por el Supremo. En su expediente consta que el 1 de junio de 1956, el médico de la cárcel recomendó que pudiera pasear por el patio "de una a dos horas" al día. Pese a estar condenado a muerte, en cumplimiento de la ley, se le solicitó una libreta postal de ahorros. El 19 de julio 1957 se señaló la fecha de ejecución de la pena capital que se produjo cuatro días después, el 23 de julio. A los hermanos se les comunicó la tarde anterior, el día 22, y entre los distintos escritos que atestiguan la ejecución, uno de los jefes de servicio deja constancia de que murieron "habiendo recibido los Santos Sacramentos. No hubo novedades y se mantuvo el orden y discipina más absolutos". Murieron por garrote. Fueron los últimos ejecutados de este modo en Navarra.

 
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