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Hotel Ayestarán: 112 años, tres guerras y una pandemia después, abierto en Lekunberri

Este establecimiento de carácter rural y familiar opta por iniciativas originales para atraer clientes de empresa fuera de temporada alta

Hotel Ayestarán: Los 'misterios' de un hotel centenario a los pies de Aralar

Hotel Ayestarán: Los 'misterios' de un hotel centenario a los pies de Aralar

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Pamplona

Fue el primer día de junio de 1912 cuando abrió sus puertas el hotel Ayestarán, en la localidad navarra de Lekunberri. Don Jacinto Ayestarán levantó el negocio "de la absoluta nada". Tres décadas después, en abril de 1944, el hotel era regentado por "la eficiente y humilde Jesusina", hija de don Jacinto. En el hotel se alojan de forma permanente "el cura don Ángel, el doctor Arrondo, el brillante e innovador médico del pueblo, además de los habituales e ilustres clientes que vienen como cada año para relajarse y olvidarse de la realidad que tan duramente azota en esos días". Y es que España vive tiempos de posguerra y se declara neutral en una Europa dividida por la II Guerra Mundial. El final no parece estar cerca y es una de las causas por las que los suministros escasean. Como huéspedes, todo tipo de personajes, desde una joven y prometedora soprano hasta un oficial estadounidense, pasando por miembros de la nobleza o un millonario que ha logrado su fortuna haciendo las Américas.

Esta narración, basada en el tradición y el recorrido del Hotel Ayestarán a lo largo de 112 años, da pie a uno de los cuatro 'misterios' que este establecimiento propone resolver a la clientela que, a demanda, decida contratar alguno de estos cuatro juegos, en grupos de familiares, amigos o de empresa. Las opciones son diversas. Por ejemplo, "El asesinato del padre don Ángel" es un juego que se puede realizar en días laborables para empresas con grupos mínimos de 10 personas. Y combina una primera jornada de trabajo según las necesidades de la empresa y un segundo día dirigido por entero al juego. Los otros tres 'misterios en el Ayestarán', tienen títulos sugerentes: "Operación Neptuno", basada en las vivencias del hotel durante la II Guerra Mundial; "No todo es lo que parece ¿Te atreves?", con un fin de semana en el que los huéspedes que deseen participar se convierten en intrépidos investigadores" de una trama llena de "celos, amores prohibidos, envidias, intrigas..."; también "Akelarre", un juego a partir de las "cosas extrañas" que comienzan a suceder en el centenario establecimiento.

María Jesús Ayestarán, la directora gerente del hotel, explica en La Ventana de la Empresa navarra todas estas fórmulas que han ideado con el propósito de cautivar a una clientela fuera de temporada alta, que coincide básicamente con el tiempo estival en esta zona de la Navarra húmeda, a los pies de la sierra de Aralar. Más allá del juego de 'los misterios del Ayestarán', es un establecimiento donde alojarse para conocer las muchas posibilidades turísticas que ofrece la comarca, a caballo entre Pamplona y San Sebastián y a cerca de la frontera con Francia. También este hotel rural cuenta con un restaurante abierto a la clientela en general.

El hotel Ayestarán ha logrado sortear las dificultades a lo largo de más de un siglo y ha pasado por dos guerras mundiales, una civil y una pandemia que fue la única ocasión en la que el establecimiento tuvo que cerrar temporalmente. Durante la II Guerra Mundial acogió a oficiales de las tropas aliadas que por las circunstancias bélicas con la cercanía de la frontera con Francia, acabaron en territorio español y eran retenidos y controlados por agentes de la Guardia Civil. "En los libros del hotel, durante tres años, aparecen por nacionalidades, con sus pasaportes y su identificación, hasta 750 militares del bando aliado", explica la directora de este establecimiento, siempre ubicado en el centro del pueblo, en Lekunberri, con dos edificios, uno para las estancias de verano y otro para las de invierno.

María Jesús dice que, más allá de la dificultad de emprender un negocio, lo realmente complicado es mantenerse. "Es un trabajo muy vocacional. A mí me parece un sitio ideal para vivir pero yo soy muy romántica y no sé si las generaciones futuras van a tener esa ilusión", explica.

 
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