Milenio 3: La España Negra I

El periodista Juan Rada nos trae "Tras la huella del crimen", un libro que nos cuenta todos estos casos que ha podido ir recopilando a través de los diarios. Durante dos programas, Milenio 3 se dedica a descubrir los casos de misterio más especiales que han ido investigando los periódicos, en especial el mítico El Caso, durante décadas.

Personas que entran en un bar a tomar una copa y nunca se vuelve a saber de ellas, un perro que se encuentra una biblia con unas marcas en unos matorrales y se convierte en la única pista de una persona desparecida o tumbas en las que aparecen cosas que no debían estar allí son sólo algunas de estas historias de la España Negra

Uno de los sucesos más sorprendentes es el de Amparo Blanco cuyo primer día de trabajo en un hotel de la zona de Fuencarral, Madrid, se convirtió también en su última jornada con vida, ya que murió en extrañas circunstancias. Fue llamado por la prensa como el "Extraño suceso de Fuencarral". La familia para la que trabajaba se dedicaba al espiritismo y según ellos, Amparo estaba bebiéndose una sopa cuando se desplomó. El cuerpo se quedó inerte, con una sonrisa, sin rigidez y con la cara sonrojada, como si se tratase de una catalepsia, pero sin embargo la autopsia habla de angina de pecho.

El caso del Monje Loco

El 19 de julio de 1995, Casterina Carrillo Fernández decidió salir a dar una vuelta en bicicleta. Siempre salía acompañada de una amiga, excepto esa noche que decidió salir sola y desapareció. Durante su búsqueda, un grupo de personas que intentaban localizarla fue hasta un cementerio, donde se encontraron con un hombre al lado de una furgoneta con una cuerda y con manchas de sangre. Varios días después, se encontró su cadáver.

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Muchas preguntas continúan sin respuesta en este misterio. Tras la gran pérdida de Casterina, su padre acudía al cementerio de forma habitual para rezar sobre su tumba. Sin embargo, lo que no se esperaba, era encontrarse un día con un monje que le confesó que el asesino de su hija era el hombre que vieron y que había ido allí a esconder el cuerpo para después confesarle el crimen al prior. Cuando la Policía quiso interrogar al monje, este había cambiado su destino a Sevilla y se había vuelto loco supuestamente por haber roto el secreto de confesión, por lo que su testimonio nunca fue válido para detener a su asesino.