La noche que el 'Dream Team' enterró a 'La Quinta del Buitre'
<b>El cinco de abril de 1.990</b>, Mestalla asistió a la última final de la Copa del Rey que hasta la fecha se ha jugado entre los dos grandes clubes de España. <b>El Barcelona de Cruyff superó con facilidad al Madrid de Toshack</b>, que jugó con diez la mitad del partido debido a <b>la expulsión de Hierro</b>
En aquel choque contendieron dos equipos que a la postre serían históricos, pero que llevaban tendencias totalmente opuestas. El Real Madrid era el claro dominador del fútbol en España, Butragueño, Míchel y compañía habían ganado cuatro Ligas consecutivas. Por su parte, Cruyff afrontaba su segundo año en el Barça e intentaba derribar la supremacía blanca después de haber ganado la Recopa de Europa el año anterior.
El Madrid de Toshack era un equipo más sólido y consistente, tal y como resumía Cruyff en los días previos, sabedor de que la Liga estaba imposible y debían ganar la Copa: "Contra el Madrid nunca hemos sido peores, pero en el resto de estadios sí fuimos peores que ellos". Era la manera de motivar a sus jugadores en el partido que podría salvar la temporada de los azulgranas.
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Cuentan las crónicas del día después que 'El Flaco' empezó a ganar la final cuando fijó una defensa de tres con Aloisio, Koeman y Alexanco, una maniobra que desactivó por completo a Butragueño y Hugo Sánchez. No obstante el partido arrancó con ritmo y alternativas, cada uno en su estilo: los blancos con ataques rápidos lanzados por Martín Vázquez y el Barça con posesión y defensa adelantada. En los albores del partido ya se veía que Koeman y sus disparos de media distancia serían cruciales.
Los esperanzadores detalles técnicos de los primeros minutos del envite se fueron desvaneciendo poco a poco, dejando paso a un fútbol rudo y primario, en el que el árbitro tuvo que mediar. García de Loza estableció un rasero demasiado bajo para las tarjetas, Aloisio y Amor lo comprobaron con las amarillas y un desatinado Hierro lo certificó con las rojas. Al filo del descanso el Madrid se quedaba con diez, quizás ahí, en ese preciso momento, los blancos perdieron el partido y puede que también la hegemonía en el balompié ibérico.
En la segunda parte arreció el Barça, más convencido que nunca de que era su gran oportunidad. Txiki, Laudrup y Eusebio cada vez jugaban más cerca del área rival conforme pasaban los minutos. Mientras tanto Sanchís y Chendo se veían desbordados por momentos, y el Madrid sólo salía al contraataque cuando Koeman perdía su sitio para unirse al ataque.
Quedaban menos de 20 minutos cuando Cruyff llamó a Miquel Soler, el balear entraría por Amor, con amarilla y menos ducho en ataques a la desesperada. Entonces Bakero cedió una pelota de primeras a Koeman, que desde 30 metros lanzó un pelotazo a media altura, Buyo lo repelió pero Txiki se hizo con el rechace y la puso blandita al palo largo para que Amor adelantara al Barça. Nunca un cambio salió tan rentable.
Se abrió hasta el final del encuentro una etapa desoladora para el Madrid, que en inferioridad sufrió lo indecible para seguir vivo en el partido. Gran mérito de ello o tuvo Buyo y sus irreverentes paradas. Pero el partido ya caminaba por unos derroteros exasperantes para el Madrid, que sufrió el último gran mazazo en el primer minuto del descuento
Soler fue el gran protagonista de la jugada. Pundonoroso y fresco, apenas llevaba 15 minutos en el césped, peleó un balón hasta las extenuación frente a Chendo y regaló medio gol a Salinas, que resolvió con su habitual oportunismo. El partido finalizó un par de minutos después y el Barcelona levantó la Copa.
A partir de ahí, el Barça se quitó todos los complejos y avanzó hacía una de las épocas más gloriosas de su historia. El Real Madrid sin embargo, se sumió en crisis que duraría años y que acabó por desguazar a 'La Quinta del Buitre'.
Así fueron los goles de la final de Copa entre Madrid y Barcelona en 1.990
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