Parking: Adiós a un abuso más
Pongámonos en situación. No acostumbro a utilizar el coche para hacer gestiones por el centro, sin embargo, ese día tengo una agenda especialmente cargada y no me queda más remedio que recurrir a tan contaminante método. Llego al parking público más cercano, cojo la carpeta de documentación a toda prisa, entro en el edificio administrativo, paso por el arco de seguridad, en la ventanilla me atienden muy amablemente a pesar de que la premura no me ha dejado poner en orden las muchas copias que me piden y cuando regreso a coger el coche miro la hora y, satisfecho, compruebo que no han pasado más de 40 minutos. «Qué bien, entre uno y medio y dos euros», calculo que será el coste. Busco el tique de entrada en la carpeta donde creía haberlo guardado y allí no está. Tanteo los bolsillos con idéntico fracaso. «Bueno, tengo las llaves del coche y seguro que la cámara me ha grabado cuando entraba», me digo en un vano ejercicio de autoconvencimiento. «Me tiene que pagar un día entero», me dice el operario del establecimiento. Echo un vistazo a los carteles expuestos al público y, en efecto, ahí está la cláusula, tan grande y clara que parecen haberla escrito para mí. Tras una cuenta rápida me salen casi 60 euros, los despistes se pagan... a golpe de correctivo económico, pienso. «Es que no podemos saber a qué hora entró, así que a la empresa no le queda más remedio para evitar la picaresca», me explica con excesiva sinceridad. «Pero no puede ser», insisto, «usted puede comprobar a qué hora he entrado, estaba grabado en el tique y mirarlo no le va a llevar un tiempo que justifique la multa que me quiere cobrar».
Sea como termine este enredo, los argumentos son los mismos que, en la forma compleja y enmarañada que utilizan los que se dedican a esto, tuvo en cuenta la sentencia de la Audiencia Provincial de la Rioja dictada el 2 de noviembre de 2011 para decidir que una cláusula de ese tipo es abusiva. Dicen los magistrados que es nula una penalización de este tipo ya que la empresa tiene otros medios para comprobar la efectiva hora de entrada del cliente. Además, esa mínima gestión no puede llevar al empleado un tiempo tan largo como para justificar esa penalización. Finalmente, añaden los jueces, el establecimiento puede acreditar a su satisfacción la identidad de quien porta las llaves (esto no es nuevo, ya estaba previsto en los talleres de automóviles, cuando el usuario pierde el resguardo de depósito que le dieron cuando dejó el coche para su reparación). Lo mejor, desde luego, es ser un poco más ordenado, pero para los más despistados, que sepan que, a partir de ahora, no tendrán que soportar abusos de este tipo cuando algún parking abierto al público quiera castigar a sus clientes con estas sanciones.




