Menos ruido es más salud
El ruido, sonido molesto, no deseado o nocivo, es un contaminante ambiental de naturaleza física, ubicuo, omnipresente y de carácter subjetivo, que nos afecta a todos y del que también somos responsables. Tráfico de vehículos, ferrocarriles, aviones, actividades domésticas, construcción y obras publicas, industria y diferentes formas de "ocio ruidoso" son las principales fuentes de ruido ambiental. La más importante es el tráfico de vehículos, pero, sin embargo, la que más quejas suscita es el ocio: bares, discotecas, pubs, fiestas, personas en la calle...
Cada año se pierden en Europa 1,6 millones de años de vida "saludable" (lo que los epidemiólogos llaman AVAD, años de vida ajustados por discapacidad) a causa del ruido de nuestro entorno. Esto incluye tanto los años de vida perdidos como los años vividos con una discapacidad, disfunción o enfermedad a causa del ruido ambiente. El 20% de la población española y europea está expuesta a niveles medios de ruido que afectan negativamente a su salud. Una extraordinaria carga para la salud publica, para nuestro bienestar y nuestra calidad de vida de la que no hemos tomado conciencia.
El ruido es capaz de provocar sordera. Se conoce bien en el ámbito laboral. Pero la generalización del uso de auriculares a gran volumen y la exposición a presiones sonoras elevadas en conciertos, cines, etc. está haciendo que esas pérdidas auditivas aparezcan fuera del ámbito laboral y cada vez a edades más tempranas de lo que era habitual, junto con fenómenos asociados como los acúfenos (pitidos, ruidos), de difícil tratamiento.
Además, hay evidencias de que el ruido tiene efectos sobre otros muchos aspectos de nuestra salud, menos conocidos. Daña nuestro corazón, existiendo asociación entre ruido, cardiopatía isquémica (infartos de miocardio y angina de pecho), hipertensión y accidentes cerebrales vasculares. Altera nuestro sueño, no solo despertándonos o impidiéndonos conciliarlo, sino modificando sus ciclos y fases, lo que origina fatiga y menor rendimiento. El ruido nos genera molestia y estrés y con ello agrava o desencadena distintos trastornos psicológicos: ansiedad, irritabilidad... También interfiere la comunicación entre las personas, reduce el rendimiento laboral y la capacidad de aprendizaje escolar, provoca deterioro cognitivo en los niños y puede ocasionar retraso en el crecimiento intrauterino del feto. Como vemos, un amplio abanico de efectos no auditivos del ruido.
La lucha contra el ruido es extraordinariamente compleja y quienes mejor lo saben son los afectados por él, cuya calidad de vida y salud se ven mermadas. Numerosos instrumentos deben integrarse para mejorar la calidad sonora. La ordenación territorial y la planificación urbana deben favorecer una movilidad mas sostenible que reduzca el tráfico de vehículos y el intenso y continuo ruido originado por ellos. También debe alejar de las zonas más sensibles (escuelas, hospitales, viviendas...) otras fuentes de ruido. Las solución técnicas y tecnológicas pueden ayudar mediante motores silenciosos, pavimentos absorbentes, insonorizaciones y aislamiento acústico, barreras acústicas... Los instrumentos legales y la normativa en diferentes niveles (estatal, autonómica, municipal) y los medios para su desarrollo y cumplimiento (incluido su papel corrector y sancionador) son puntos clave en la lucha contra el ruido. Y por último, la sensibilización y la educación, con programas y campañas de concienciación que trabajen con diferentes públicos la creación y conservación de ambientes sonoros saludables y agradables, el respeto sonoro por el otro, las conductas y comportamientos generadoras de menos ruido, el desarrollo de un ocio menos ruido y las iniciativas de mediación y mejora de la convivencia frente al ruido, tienen un papel social esencial y un largo recorrido por andar.
Necesitamos crear una nueva conciencia social, modificar los valores y percepciones frente al ruido y cambiar actitudes y comportamientos. El sonido es un maravilloso instrumento de información del entorno, de relación social y de belleza. La lucha frente el ruido no es una apuesta simplemente por el silencio, sino por la calidad sonora, por la creación de entornos sonoros promotores de salud.
En nuestro entorno hay sonidos y espacios sonoros con identidad propia, agradables, que los ciudadanos podemos considerar un patrimonio importante a conservar, un bien y una riqueza. El objetivo debe ser preservar y promocionar en ciudades, pueblos, zonas rurales y áreas naturales espacios sonoros de calidad positiva por el silencio que proporcionan o por el mapa sonoro que en ellos pervive. Islas sonoras que proporcionen bienestar por su propia calidad sonora, distinta y diferenciada en cada caso, o por el descanso e interrupción del caos sonoro (ruido) que son capaces de proporcionar. Nodos y nudos de una red de bienestar sonoro que permite descansar de sonidos molestos, nocivos o no deseados. Esto implica una tarea: hay que cuidar, conservar y potenciar los espacios y paisajes sonoros positivos que existen e ir creando otros nuevos en la planificación urbana, a la par que acallando los molestos ruidos que todavía pervivan entre ellos. Este es el reto que todos tenemos por delante
Jesús de la Osa
Coordinador de la publicación Ruido y Salud, del Observatorio de Salud y Medio Ambiente DKV Seguros - ECODES - GAES
CODES Fundación Ecologia y Desarrollo




