Son opciones políticas, no destinos históricos

Conseguir la independencia a través del diálogo, el civismo, y la legalidad... Si esos son los instrumentos, y el objetivo, de la cadena humana que hoy recorrerá Cataluña, poco hay que oponer.

Es legítimo y democrático proponer la independencia de Cataluña por esas vías, tan legítimo y tan democrático como oponerse, con el mismo civismo, dialogo y legalidad. Son opciones políticas, no destinos históricos, opciones políticas que exigen un lenguaje político, lo menos grandilocuente que se pueda.

A nadie debería ocurrírsele compararse con los negros norteamericanos, porque eso supone una ignorancia formidable del enorme sacrificio que exigió la lucha contra la discriminación racial.

Hablemos de política. Ni toda España saldría nunca a manifestarse por una misma cosa, ni toda Cataluña lo hará hoy. La convocaría de hoy supondrá seguramente un éxito formidable, pero lo que no se puede mantener precisamente que haya nacido de un dialogo político.

Todo intento de presentar la independencia como una única salida al indudable malestar de una parte considerable de la sociedad catalana es una equivocación. Tanto como ignorar que ese malestar existe. Quizás convenga recordar hoy que ciudadano no significa sólo "el que pertenece a una nación" sino "el que comparte con otros derechos y deberes".