¿Se nos indigestan los gestos?

Esta mañana decenas de periodistas estaban pendientes del encuentro entre Rajoy y Mas en el Palacio de Pedralbes, y han medido cada gesto, interpretado cada rictus y calibrado la intensidad de cada apretón de manos. Que andemos en estas, con periodistas ejerciendo de psicólogos en un encuentro político, demuestra el grado de descomposición al que han llegado las relaciones.

Los gestos siempre han tenido un valor sustancial en las relaciones sociales. Los grandes solo pueden llegar de personajes de talla, y vivimos tiempos en los que en esa materia podemos tener pocas esperanzas. Pero la ausencia de gestos empequeñece a los individuos hasta difuminarlos. Quizás piensen que con su hieratismo hacen patente el legítimo enfado y denuncian el desprecio al que les somete aquel a quien niegan el saludo. Pero lo único que evidencian es su incapacidad para arreglar las cosas como corresponde, guardando las formas aunque las diferencias sean abismales.