Pinocho en Valencia

Hay algo en la figura de Francisco Camps que le señala como algo singular. Puede ser esa actitud así como doliente, de penitencia, una expresión a ratos atormentada, a ratos ensimismada, un poco como ido a veces. Y es que el expresidente valenciano es alguien realmente particular.

Sin entrar en su gestión o en cómo acaben historias pendientes tipo Gürtel, ya el vodevil con los trajes, el sastre, las facturas, la farmacia de su mujer... por mucho que terminara siendo absuelto por un jurado popular, le introdujo en la galería de los políticos digamos especiales y no precisamente ejemplares.

Y lo de este fin de semana añade aún más picante a su biografía, porque eso de que la policía no pudiera localizarle para declarar ante el juez del 'caso Noos', pero que él asegure que estuvo todo el tiempo en casa, esto es de película de los hermanos Marx, de los Monthy Pyton, o mejor aún de Pajares y Esteso. Con la salvedad de que este asunto es mucho más serio.

En cualquier caso, aquí lo que está claro es que alguien miente. Y sinceramente, no parece que el secretario del juzgado o la policía judicial tengan que inventarse lo de haber ido a casa de Camps y haberle llamado por teléfono. Así que blanco y en botella.