Jack Ryan: Operación sombra. Espía sin garra
Jack Ryan. El cine de espías sigue en bucle, obsesionado con los villanos rusos, incapaz de evolucionar y definir con claridad a los nuevos enemigos de Occidente. Esta quinta película del espía de Tom Clancy arranca con mucho brío presentando al nuevo Jack Ryan - en la piel de un correcto Chris Pyne- como un espía financiero capaz de desarticular a las grandes bandas de corsarios financieros que tras un ordenador son capaces de hacer colapsar el sistema económico mundial. Pero a los pocos minutos, el guion se dirige al terreno convencional del tiroteo entre los esbirros del malvado ruso (Kenneth Branagh con un ridículo acento eslavo) y el espía capaz de sobrevivir a una lluvia de bombas. 'Jack Ryan: Operación Sombra' es un corre-que-te-pillo solvente, dirigido con finura por Kenneth Branagh, quien le da especial profundidad al breve personaje de Kevin Costner – un viejo agente de la CIA- que ejerce de mentor y jefe del desorientado Jack Ryan. Se perciben las ataduras que Hollywood ha impuesto al director británico que tiene que lidiar con guion irregular, lleno de altibajos y personajes prescindibles como el de la meliflua Kiera Knightley. Es una película con destellos, como la brutal escena del hotel o las conversaciones de un profundo y crepuscular Kevin Costner, pero que tiene miedo a salir del redil del cine de acción y paga por ello. No hay sorpresas y se instala en el aburrimiento. María Guerra
undefined




