El editorial de Pepa Bueno: "Rajoy decreta el final de la crisis"

De tanto gobernar por decreto, a Rajoy se le ha ido la mano y ayer decretó que la crisis ha terminado. Va de suyo que el presidente del Gobierno tiene que defender su gestión y transmitir por tanto confianza en que las cosas irán mejor a partir de las buenas señales que emite la macroeconomia. El secreto está en la dosis. Pero Rajoy no tiene tiempo para dosificaciones porque a partir de mayo los españoles vamos a estar dos años votando y las crisis venden mal en campaña electoral. El peligro de pasarse con la dosis de la urgencia y el optimismo es que lo que pretende ser un mensaje épico de esperanza acabe convertido en un mitin que lo aleja de la realidad. La realidad de quien no encuentra trabajo o tiene incertidumbre sobre el suyo, de quien levanta la persiana del comercio o del bar temblando, de quien pone en marcha el taxi, el camión o la furgoneta con la duda de si hoy cubrirá gastos, de quien ve marcharse a los hijos lejos o los ve desesperarse aquí, de quien gana hoy menos que hace 6 años por el mismo trabajo y paga más por las medicinas o la luz, del profesional público desbordado y sin medios en el centro de salud, las urgencias, el juzgado o las aulas. Todos ellos esperan que les digan si cuando la macroeconomía descienda de los cielos, su situación volverá a ser la que era antes, o no. Si los cambios son irreversibles, en qué dirección esforzarse y cuáles son las nuevas reglas del juego en el mundo al que nos lleva.

Nada de esto dijo el presidente, que se limitó a anunciar dos medidas de estímulo de la economía: una reforma fiscal sin detalles todavía, y la tarifa plana de cotización social para la contratación indefinida.

Toda la oposición acusó a Rajoy de dibujar una España irreal, Rubalcaba le preguntó directamente en qué mundo vive y buscando a los suyos también en el ciclo electoral que viene, quiso marcar distancias ideológicas con el PP.

Una España de la que Rajoy no mencionó a los 15 muertos de la frontera de Ceuta, del aborto habló cinco segundos y a rastras para anunciar que presentará la Ley al Congreso, la corrupción es un problema abstracto y Cataluña no es un problema político.