De abstención también se vive | 12-05-2014

Como siempre ocurre cuando entramos en campaña electoral, la ofensiva de los partidos por tierra, mar y aire amenaza con agotar al más pintado. No tanto por la multiplicación de anuncios y mítines, que también, sino por las polémicas, entre colaterales y absurdas, que nacen casi a diario.

Fíjense el tiempo que llevamos dándole vueltas al cara a cara de mañana entre Cañete y Valenciano, casi como si fuera la final de la Champions, cuando hacer debates debería ser lo más normal del mundo. Aquí no lo es, por desgracia.

También ha ganado espacio en las últimas horas la hipótesis de un gobierno de coalición entre el PP y el PSOE, falso debate en realidad porque ninguno lo quiere. Pero lo que más nos ha llamado la atención -y nos parece, al menos a mí me parece muy saludable- es lo que dice la Junta Electoral: no se puede perseguir al ciudadano, no se le puede atosigar con campañas para que vote, porque la abstención también es un derecho.

Y está bien que lo subraye porque hace demasiado tiempo que los propios partidos, sobre todo los grandes, se dedican a demonizar a los abstencionistas. Que si perezosos, que si faltos de compromiso, que si favorecen a los euroescépticos, que si tal, que si cual... Bueno, ¿no sería más lógico que los propios partidos, en especial los tradicionales, se preguntaran por su falta de atractivo entre sectores cada vez más amplios?

Porque el 25 de mayo, si no fallan las previsiones, uno de cada dos ciudadanos podría quedarse en casa, lo cual plantea un dilema: o somos un país de vagos e indolentes, o a lo mejor es que son los partidos, básicamente los gordos, quienes provocan la dormidera.

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Sea como sea, nos costó mucho reconquistar la democracia como para querer reducir ahora el terreno de juego. Así que recordemos lo básico: en unas elecciones se puede votar, A, B, C, se puede votar en blanco, se puede votar nulo o se puede no votar. Para eso somos un país libre y por eso nadie merece que le coarten su derecho.