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Más allá del concepto

Más allá del concepto. Libertad y seguridad

Trataremos estos dos conceptos juntos, pues a través de la historia reciente veremos que se han enfrentado en numerosas ocasiones, cosa que quizá no debería haber pasado

(CADENASER)

Esta semana el tema elegido no ha sido uno sino dos, libertad y seguridad, y las relaciones que existen entre ellos en la historia más reciente de nuestra sociedad, donde parece que estén librando una batalla para ocupar un espacio en nuestra vida, cuando realmente son ideas muy antiguas y con un origen que no debía implicar necesariamente rivalidad entre ellos.

Quiero plantear un debate: por un lado, la seguridad, y por el otro, la libertad.

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El término seguridad proviene del latín "securitas", y habitualmente lo usamos para referirnos a la ausencia de riesgo. Según el antropólogo Malinowski, es una de las siete necesidades básicas a satisfacer por el hombre, y según el psicólogo Maslow es la segunda base de la pirámide que constituiría la jerarquía de nuestras necesidades. Y es que a todos nos gusta saber que no existen amenazas. El ser humano ha vivido durante siglos en un mundo donde las amenazas pueden provenir tanto de la naturaleza como de otros animales u hombres, todo constituía una amenaza potencial. Hemos aprendido a lidiar con ellas, y las hemos intentado eliminar de nuestra sociedad.

Por otro lado tenemos un término que nos encanta: libertad. Denomina la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impedido al deseo de otros de forma coercitiva. Del mismo modo, también es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad.

Filosofía

Para el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau la condición de la libertad es inherente a la humanidad, pero la implicación de que todas las interacciones sociales con posterioridad al nacimiento implica una pérdida de libertad, voluntaria o involuntariamente. Como él mismo dijo: "El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado".

Precisamente de esa consideración viene el hecho de que el hombre no es libre. Aristóteles ya definió en la Política que el hombre es un animal social, y por lo tanto está supeditado a la sociedad a la que pertenece. Debe acatar una serie de leyes y normas, pues al juntarnos perdemos nuestra libertad al limitarnos con los demás, pero al mismo tiempo adquirimos la seguridad de estar rodeado de gente que puede ayudarte y apoyarte. La sociedad funciona cuando por un lado se limita la libertad de la gente para que pueda formar parte de la misma, pero por el otro se le refuerza la seguridad. Es como una balanza que debe estar en equilibrio. ¿O no?

1984 y nosotros

En 1984, de George Orwell, se nos habla de una sociedad en la que la libertad individual es inexistente, la policía controla incluso el pensamiento, aunque por otro lado la seguridad es extrema. La del régimen, claro, no la de los ciudadanos.

Aunque no hayamos llegado a ese extremo, vivimos en una sociedad que ha cambiado mucho en los últimos años. Muchos miedos del pasado se han conseguido superar, pero eso no ha hecho que nos sintamos más seguros, porque han nacido nuevos. La tecnología también se ha desarrollado, y un grupo de personas la ha querido usar para aumentar las medidas de seguridad. Sin embargo, esos métodos de seguridad han pasado a ser métodos de control, y mientras que la libertad desaparece no vemos que nuestra seguridad esté aumentando.

Nuestras calles están llenas de miles de cámaras de vigilancia, y sin embargo no nos sentimos más seguros. Sabemos que si nos atracan es posible que una cámara grabe lo ocurrido, pero no entendemos como nos ayudará si el robo acaba en tragedia. Miramos a la lente, y nos damos cuenta del símil que tiene con un ojo, que nos mira, frio, sin humanidad.

Benkler y Snowden

Benkler, profesor de Harvard, dijo hace menos de un mes: "La observación es poder". En una conferencia quiso dejar claro que una excesiva vigilancia sobre la población no solamente no ayuda a prevenir actos terroristas, sino que puede afectar al comportamiento de la gente a largo plazo, que se puede sentir amenazada por la vigilancia permanente y cambiar sus costumbres. Es decir, que en nombre de la seguridad, la libertad que ya de por sí es bastante limitada se vería sumamente afectada. La balanza de la que hablábamos antes se desequilibraría. ¿O se ha desequilibrado ya?

Edward Snowden, con su página web Wikileaks, nos hizo darnos cuenta del inmenso control que se ejerce sobre la población, muy superior al que podíamos imaginarnos. En nombre de la seguridad se vigilan nuestros correos electrónicos, se escuchan nuestras llamadas, se controlan nuestros movimientos y localizaciones. A Snowden le acusaron de traición: para Benkler no es así, porque traición significaría haber dado esos datos al enemigo, cuando los ha dado a toda la población. Y la población no es la enemiga del estado que la dirige, a priori.

Cerramos con unas palabras de Benjamin Franklin: "Todos los que rinden su libertad en pos de la seguridad ni tendrán, ni merecerán, ninguna de las dos". Curioso, viniendo de uno de los padres fundadores de EEUU, uno de los países con más seguridad del mundo. Y sin embargo, tiene razón: no hay que priorizar, hay que equilibrar. Si vivimos en sociedad y sacrificamos nuestra libertad, lo hacemos para conseguir seguridad, pero esta debe ser real, no una ilusión que esconde intimidación y control.

Más allá del concepto. Libertad y seguridad

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