¿Europa nos prometió esto?

Nos dijeron que las elecciones europeas celebradas el domingo eran históricas porque de las urnas saldría el próximo presidente de la Comisión Europea. El PPE las ganó y parecía que Juncker se impondría sin mayores problemas. Pero no. Reino Unido, Suecia y Hungría no ven con buenos ojos su perfil netamente europeísta. Y Angela Merkel, que le apoyó como candidato en el proceso, ahora parece tibia y recuerda que el Tratado de Lisboa obliga solo "a tener en cuenta" lo dicho por las urnas, pero no impone automatismo alguno.

Es verdad. Pero también lo es que la Comisión y el Parlamento alcanzaron un acuerdo para presentar las elecciones y el desarrollo de la campaña de la manera más parecida a los comicios nacionales, con candidatos europeos nominados a presidir la Comisión y con debates entre ellos, y con el compromiso de que quien recibiera mayor número de escaños fuese el primero en tener en cuenta para presidir la Comisión. Así nos lo vendieron. Ahora pueden hacer otra cosa con el Tratado en la mano, pero el entusiasmo europeo no está para muchos juegos de mano.