El Barça, campeón de la liga de los récords blancos
Los azulgranas se llevan un partido de locura (83-81) con el Madrid a remolque todo el choque y decisiones arbitrales desconcertantes. El grupo de Xavi Pascual, con Juan Carlos Navarro como MVP, es campeón por decimoctava vez ante uno de los mejores equipos blancos de la historia
Navarro levanta el título ante el clamor de sus compañeros y el público.(EFE)
El Real Madrid de los récords, el que había acumulado 28 triunfos consecutivos, con el mejor arranque en era ACB para un total de 32-2, llegaba al segundo partido en el Palau con el agua al cuello. Un conjunto con serios riesgos de cerrar, antes de tiempo, una temporada que se presagiaba histórica. Se suele decir que en estas situaciones es cuando aparecen las estrellas y los verdaderos equipos dan un paso adelante pero, tras remar todo el partido, un triple de Lampe decidió la tarde, la liga y una serie que ha sido excitante.
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La idea blanca pasaba por cortar el cordón umbilical que une al Barça con su público desde el primer minuto. Acabar con las salidas en tromba de los azulgranas, habituales en esta serie, respondiendo con la defensa de todo el curso. Esa era la premisa. Imposible fue ponerla en práctica ante el nerviosismo colectivo y el listón arbitral del primer cuarto.
El partido sufría para respirar, para recibir las mínimas bocanadas de aire y sobrevivir. Solo Nachbar y Navarro, por parte culé, y Rudy, entre los merengues, estaban acertados de cara al aro. Unos iluminados entre tanta tensión, técnica incluida al banquillo del Madrid que luego emularía el Barça. Demasiada testosterona en pista. El cuatro esloveno y Oleson intercambiaron triples para llegar al 25-19.
El encuentro pareció maquillarse al inicio del segundo cuarto. Se vistió con las mismas galas de los anteriores duelos de la final, una etiqueta de lujo que ha sorprendido por su belleza. Destacaban Reyes y Mejri que acercaron a los suyos a tres puntos (30-27). El pívot africano del Madrid era, en concreto, el hostigador del juego interior blaugrana, de los pocos que aceptaba el reto y mostraba la sangre para domarlo.
En estas llegó el temido acierto exterior del Barcelona. Oleson, imperial desde el banco, Abrines y Huertas cogieron los explosivos, tiraron la mecha, y desde la distancia vieron como el puente del Madrid hasta el marcador quedaba dinamitado. Seis de seis para los de Pascual desde el 6,75, un mundo. Sergio Rodríguez y Carroll no fallaban tampoco a la cita del triple pero para entonces, el equipo catalán ya se había marchado por encima de los diez puntos (45-33).
Los espectadores asistían al descalabro del Madrid, la serie se olvidaba del quinto partido y así hubiera sido sin la reacción merengue de Bourousis, Mirotic y Felipe. Las torres respondieron a la llamada y no solo en ataque. Primero fijaron su rebote y después rebajaron la distancia sin prisa, con la insistencia del que tiene un plan. Al descanso, cinco arriba para los locales, la mitad de la renta ganada durante la primera parte gracias a la aportación de Tomic y Oleson.
El tercer cuarto despertó el protagonismo de lo que es baloncesto, los jugadores, y lo que no lo es, los árbitros. Al excelente 2+1 de Darden sucedió un brutal mate de Papanikolaou que levantó, si quedaba alguien sentado, a todos de sus asientos. El Madrid lo intentaba con más corazón que cabeza pero Nachbar, infalible de lejos, Huertas y sobre todo Tomic, que estaba dando un recital de movimientos al poste, asestaron otro golpe más en la moral visitante (59-49).
Entonces llegó el esperpento. La tercera técnica del partido, descalificante para el airado Pablo Laso que no pudo coger el camino de los vestuarios, tuvieron que llevarle, tirando de su silla de ruedas entre el clamor del público. Con los libres por la sanción, el Barcelona se marchó de 14. La montaña se estaba convirtiendo en un ocho mil y ahí solo llegaron los saltos de Rudy y los centímetros de Mejri. El Chacho, desparecido desde el primer duelo, no colaboraba y el Madrid solo pudo recortar el colchón azulgrana hasta el 65-57.
Un cuarto para el final de la liga, para tener nuevo campeón, o un cuarto que condujera hasta el olimpo del quinto partido. En la segunda dirección remaron Mirotic y Mejri que acercaron el tanteo a seis hasta que llegó una de las jugadas del partido. Penetración de Tomic, antideportiva para Carroll y lesión de Mejri que no pudo volver. El encuentro volvía a parecer sentenciado pero seis puntos seguidos de un gran Llull descartaban la lógica y nos hablaban a gritos de locura.
La positiva esquizofrenia del juego se contagió de manera virulenta en las cabezas del trio arbitral que perdieron de vista el control y la idea del deporte. Dos faltas inexistentes en ataque del Barcelona, con Dorsey eliminado, y otra antideportiva de Mirotic, ésta ya surrealista, desquiciaron a todo los presentes. Solo el baloncesto pudo reconducir la situación. Una buena maniobra del joven talento hispano-montenegrino, sacando la personal de Lampe, dejaba el electrónico más vivo que nunca (73-72).
La tensión agarrotó las muñecas, dos minutos sin que nadie anotase que sembraron el pabellón de dudas. Un gran 'alley-oop' de Rudy y un palmeo del griego Bourousis metieron al Madrid en la pelea. Empate a 76, a falta de un minuto. En ese momento llegó el héroe para la afición local: Maciej Lampe. Primero sacó un lanzamiento de Llull que colocaba al Madrid arriba por primera vez y después anotaba un triple desde la esquina que disparaba los decibelios de todo el Palau. El vigente campeón de liga lo intentó y a punto estuvo de revivir gracias a un triple de Darden pero la sangre fría de Abrines y Oleson desde los tiros libres dejaron un nuevo campeón de ACB.
En la descomunal temporada del Madrid, el Barça le miró desde el podio sonriente.
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