¿Hasta dónde quieren llegar?

El presidente de la patronal, Joan Rosell, dijo ayer que un millón de "amas y amos de casa" se han apuntado a las listas del paro para ver si pueden cobrar algún tipo de subsidio. El reproche se produjo en un curso organizado por la fundación del PP, FAES, que en un documento que recoge reflexiones sobre el mercado de trabajo propone suprimir el salario mínimo, que la prestación por desempleo deje de ser un derecho y abaratar aún más el despido. Puestos a imaginar barbaridades, se nos ocurren otras medidas más drásticas como la esclavitud para acabar radicalmente con el problema.

Podrían también considerar hacer consejos de administración altruistas, suprimir indemnizaciones millonarias a quien ya ha cobrado salarios millonarios o abaratar el salario de los ejecutivos con el mismo ardor con el que defienden el recorte del de sus empleados. Pero esas cosillas no se consideran. El problema son los trabajadores y sus derechos, olvidando un pequeño detalle, que esos mismos trabajadores con los derechos que ahora quieren volatilizar fueron también el motor de la bonanza económica. Si algo ha fallado, no han sido precisamente ellos.