Cobeaga: "El humor funciona como venganza de la realidad"

Es una de las películas que más expectación había generado y eso que está fuera de Sección Oficial. El guionista de Ocho apellidos vascos y director de No controles o Pagafantas se lanza con una comedia negra que retrata la cotidianeidad de la negociación entre el gobierno de Zapatero y ETA, antes de que la tregua saltara por los aires con el atentado en la T4. Inspirado en el libro de Jesús Egiguren, en el que relataba el fallido proceso de paz, Borja Cobeaga dice que Negociador narra ese proceso de diálogo "alejado de la alta política y centrado en la política de andar por casa".

"¿En serio se han reído?", preguntaba Cobeaga en la ronda de entrevistas organizada después del pase de prensa. "¿En un pase de prensa, con lo que sois?", insistía. Las risas han sido intermitentes en la sala, sobre todo cuando la cinta enfoca el patetismo de una traductora que no trabaja los domingos, a ese personaje que humaniza Ramón Barea y que supone un trasunto de Egiguren desaliñado, que no sabe utilizar un teléfono móvil, y al ver a Carlos Areces convertido en el etarra Thierry. "Lo que me interesan son los entresijos de la política que me parecen, a veces, muy chapuceros", explica el realizador.

"Igual que en Vaya semanita actuábamos con inconsciencia, que fue confundida con audacia, aquí yo actúo con absoluta inconsciencia". Producida por él mismo, Cobeaga asegura que no sea autocensurado y que no teme "No estoy haciendo un retrato de Jesús Egiguren, pero sí he cogido retratos de la realidad. Me gustaría que le gustase". Disparidad de opiniones ha tenido la prensa, las risas se han ido diluyendo hacia el final. Sea cual sea el veredicto del público, que esta noche verá la cinta junto al alcalde de la ciudad y al presidente de la diputación, ambos de Bildu, lo cierto es que Cobeaga es valiente, no ha hecho concesiones y dotado a esta comedia de gags que van de lo absurdo a lo bestia.

Un seductor llamado John Malkovich

El actor, acompañado de una muleta, ha presentado Casanova variations, un juego entre la ópera, el teatro, la literatura, el cine y la realidad con la leyenda del mítico conquistador. Un papel que le viene al sofisticado e intrigante actor como anillo al dedo. La cinta, dirigida por Michael Sturminger, tiene un comienzo curioso con un Casanova viejo, orgulloso y algo tocado, que ha escrito sus memorias y va rememorándolas.

Malkovich interpreta al seductor, pero también a sí mismo. "Es duro para mi pensar en mí mismo y mucho más pensar en mí como personaje, ¿qué sería de mí? No tengo ni idea. Afortunadamente no pienso en mí, sólo actúo", decía en la rueda de prensa. El juego de espejos es lo más destacable y la mezcla de disciplinas; sin embargo la cinta tiene un segundo acto decadente y aburrido, que se basa en la repetición de una y otra conquista.

La sección oficial sigue avanzando. Además de Casanova variations, hoy ha sido el turno para la alemana Phoenix y la coreana Haemu. La primera está dirigida por Christian Petzold, quien hace apenas un año triunfaba en Berlín con Bárbara, ambientada en la opresiva Alemania del Este. En Phoenix utiliza a la magnética Nina Hoss para contarnos el vacío y la suciedad moral de esa Alemania que tuvo que levantarse tras la segunda guerra mundial y el fin del Tercer Reich. Phoenix tiene escenas de una gran intensidad, sobre todo su final, pero su inverosimilitud le impide llegar a algo más.

El guionista de Memories of Murder, el surcoreano Shim Sung-Bo, intenta seguir la estala en su debut en la dirección, Haemu, sin superar a la anterior. Haemu mezcla el drama de la inmigración, con la trama mafiosa y la acción de un pesquero en apuros en alta mar. Hay comedia negra, hay amor, hay violencia macabra, quizá demasiada para ganar apuntar a premio.