¿Y ahora qué?
El editorial de la directora de Hoy por Hoy del lunes 10 de noviembre

Barcelona
Nos hemos venido a Barcelona preguntar y preguntarnos ¿Y ahora qué?. Más de dos de millones de catalanes participaron ayer en la votación simbólica del 9-N. Todo fue bien, sin incidentes y el civismo ciudadano es la única buena noticia que nos deja la jornada. Porque ni el dato de participación ni el resultado gozan de las garantías democráticas de una consulta de verdad. Y esta es la primera consideración que no se puede perder de vista si de verdad queremos un día encontrar una salida. Esa salida tiene que contar con todos los catalanes y ayer muchos no se sintieron concernidos por una convocatoria que era en realidad especie de acto de protesta o recogida de firmas en el que participaron prácticamente los mismos que apoyan en las elecciones a los partidos partidarios de la consulta.


En lo que sí coinciden todos, unos y otros catalanes, es en que han visto su vida pública absolutamente monopolizada durante este tiempo por un único debate sin que los muchos problemas que comparten con el resto de los españoles: el paro, los recortes, el empobrecimiento y la corrupción estén en el primer plano que merecen, y sin que quien dirige la Generalitat, Artur Mas, rinda cuentas por ellos, porque ha podido esconder su gestión de la crisis económica y el escándalo que salpica a su mentor político tras la pantalla del proceso.
Artur Mas es un político amortizado por más que rentabilizando la calle pueda prolongar un tiempo su protagonismo y ahora le toque liderar los siguientes pasos.
Y el gobierno central, el gobierno Rajoy no puede seguir como si dos millones de catalanes no hubieran salido ayer a la calle a reclamar que se les escuche, el gobierno tiene la obligación de escucharlos, la obligación de hacer política y de buscar una salida.
Ayer fue el 9-N pero ayer no acabó nada. El problema sigue vivo hoy y la pregunta de esta mañana del 10 de noviembre es ¿Y ahora qué?




