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CRÍTICA DE CINE

Lecciones para Merkel

El veterano director alemán Voler Schlöndorff estrena 'Diplomacia', una vuelta a la Segunda Guerra Mundial, en la que el ejército nazi fantasea con la idea de volar París

Madrid

Volker Schlondorff, uno de los referentes del llamado Nuevo Cine Alemán, estrena nueva película a sus 75 años. Tras grandes obras como El joven Törless (1966) o, la imprescindible, El tambor de hojalata (1979), el realizador alemán lleva años volviendo, de una u otra manera, a la Segunda Guerra Mundial. Como si las heridas de la contienda no se hubieran cerrado en la Europa actual, la misma de la crisis y la separación norte-sur, Schlondorff insiste una vez más en demostrar que la Segunda Guerra Mundial no fue sólo ese repetido episodio en el que los americanos salvaron a los judíos. Diplomacia es una obra de encargo que adapta al cineasta veterano como anillo al dedo. Es la adaptación cinematográfica de la obra de teatro de Cyril Gely, que colabora en el guion del filme.

Diplomacia es un homenaje a París -el de un director que se formó en Francia y que ama el país y la ciudad- y a los diplomáticos, que hoy más que nunca, siguen siendo necesarios en la vorágine global en la que nos hayamos inmersos. La historia está basada en un hecho real, la pretensión de Hitler de querer destruir París cuando ya había perdido la guerra. La orden debía ejecutarla uno de sus hombres de confianza, el gobernador Dietrich von Choltitz, pero finalmente se abstuvo de hacerlo. ¿Por qué? Es ahí donde se enmarca Diplomacia, en la fantasía de que un cónsul Sueco salvó la ciudad con sus ardides y su arte de la oratoria.

 ¿Qué hubiese pasado si París hubiese quedado destruida? ¿Se hubiese podido construir la Unión Europea después de ese afrenta a los franceses? ¿Para qué sirve Europa? ¿Recogemos los frutos de lo que se fraguó entonces? ¿Qué papel juega la dignidad en la política? La vigencia de Diplomacia es tal que emociona ver esos diálogos propios de la alta comedia y ese duelo diplomático entre el cuadriculado y obediente militar alemán y el cónsul sueco, enamorado de París y de su belleza. Ese duele diplomático es, por extensión, un duelo interpretativo. Schlondorff descarga en sus dos protagonistas, André Dussollier y Niels Arestrup, ya interpretaron a estos personajes en la obra de teatro, en el cine se alejan de cualquier pomposidad y arrastran al espectador con su conversación dentro de un enclave nada casual. La acción trascurre en el interior del Hotel Maurice, un alojamiento histórico decorado al estilo napoleónico. Un lujo que contrasta con esa idea de volar la capital francesa.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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