Campanadas a mediodía
La edad de los habitantes de Villar de Corneja les anima a tomar las uvas a las doce de la tarde

Los vecinos de Villar de Corneja, el mediodía de la Nochevieja de 2011.

Madrid
Dicen que las personas mayores son quienes más apego guardan a las tradiciones. Sin embargo, Villar de Corneja, donde la media de edad supera los 70 años, es una de esas excepciones. Desde hace una década, una ocurrencia de su alcaldesa, Carmen Hernández, ha animado a los vecinos a tomar las uvas de Nochevieja al mediodía. Una nueva costumbre que parece bien acogida entre los habitantes: de los 48 nombres que aparecen en el padrón, poco más de la tercera parte vive en el pueblo.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
'En mi pueblo no somos gente delicada'
Un reloj que no siempre anda a punto —algún año se ha retrasado hasta diez minutos, sin ningún tipo de queja de los viandantes—, una mesa con aperitivos y unos vecinos que se conocen desde siempre. Esa, y sidra en lugar de champán, ya que a algunos este último les hace daño, es la receta que, en un pueblo por poco deshabitado, se repite cada 31 de diciembre. Algunos, como su primera edil, se arreglarán para la ocasión. A otros no les importa tanto.
"A las doce de la noche está todo el mundo en la cama. Con el frío, a las cinco de la tarde no ves un alma por la calle", cuenta la alcaldesa. Salvo el detalle de la hora a la que el reloj da sus campanadas, ella intenta guardar el resto de tradiciones y supersticiones relacionados con el final del calendario; y así, adorna la escena con cascabeles y lazos rojos. De hecho, los vecinos cuentan con que familias más jóvenes que tienen casas en el pueblo aparezcan por allí para celebrar el año nuevo.




