Responsabilidad (o “Irresponsabilidad”) Social Corporativa

Madrid

¿Cambiarías de marca si sabes que la empresa que fabrica tu yogur favorito no colabora con el medio ambiente?¿Dejarías de comprar una ropa concreta si la marca fabrica las prendas en condiciones de explotación? Numerosas encuestas han preguntado estas y otras cuestiones a consumidores y la respuesta en términos generales es sí.

Muy poco a poco, pero el compromiso de la empresas con el medio ambiente, la sostenibilidad, la conciliación familiar o la corrupción va calando, pero ni tan siquiera siempre por los beneficios al consumidor final sino por el aumento de la productividad o los mayores márgenes de beneficio. La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se vende mucho, pero se consume poco. De los más de tres millones de empresas que hay en el país, ¿cuántas crees que cumplen algún tipo de exigencia en este sentido? Pues el 0,008%. En Noruega, por el contrario, nos ganan por goleada y el gobierno no invierte ni un euro en empresas que no estén catalogadas como “éticamente responsables”.

Pero detrás de estas calificaciones, brotan siempre las dudas sobre lo que hay realmente detrás de estos “sellos” que catalogan a unos y otros como socialmente responsables o no. Nos hemos cansado de ver grandes multinacionales y empresas cargadas de premios cuya gestión está muy alejada de los mínimos parámetros de empresas responsables socialmente: fabricantes y vendedores de ropa que fabricaban en talleres tercermundistas donde las condiciones laborales no existen pisoteadas por la explotación y las condiciones infrahumanas; empresas con gran prestigio como Pescanova, Forum Filatélico o Viaje Marsans que vivieron del engaño, la mentira y convivían con ciertas actuaciones socialmente responsables, como mecenazgos y patrocinios, “tapaderas” con las que ganaban una reputación que no era más que una cortina de humo.

Detrás subyace una gran falta de mecanismos para exigir esta responsabilidad social y, segundo, vigilancia y control para que si la pregonan, sea de verdad. De lo contrario, nos encontraremos en un escenario en el que muchos se apuntarán – o ya están apuntando - al carro buscando su propio beneficio. Como en su día – y todavía hoy - muchos empresarios se apuntaron a lo “verde” o lo “ecológico” para vender más pero sin cumplir los mínimos requisitos legales. Como se utilizan irresponsablemente tantos y tantos términos en el lenguaje habitual del marketing más tramposo.

Está fenomenal que las empresas tengan su papel social, su RSC, pero contrastado. Sin engaños. Será la única forma de protegerlo, darle valor y que todos nos beneficiemos de ello. Los primeros, los que lo hacen de verdad. Que se cultive y se exija la Responsabilidad Social Corporativa es muy necesario Pero, sobre todo, que por falta de rigor, vigilancia y exigencia de las administraciones, la propia sociedad y los usuarios no acabe mandando la Irresponsabilidad Social Corporativa. No queremos más falsos “eco” y “verdes”… Pagaremos más, pero si hay transparencia.

Cuenta de Twitter: @JesusSoriaD