“La vida es muy fácil, si lo peor que puede pasarnos es la muerte”
El célebre autor y psicólogo defiende que el pesimismo es el origen de todos las dolencias
El psicólogo y autor Rafael Santandreu, en los estudios de Radio Barcelona.
Madrid
Llamarlo optimismo es quedarse corto. Relativizar los problemas, también. En realidad, lo que propone el psicólogo Rafael Santandreu es emanciparnos de las dolencias sabiendo que estas, en realidad, no tienen ninguna utilidad. Quitarle importancia a las malas noticias es, en ese sentido, lo único productivo que podemos hacer con ellas: “La vida es fácil, si la muerte es lo peor que puede pasarnos”.
'Para curarnos los males de la cabeza no hace falta ir al psicólogo'
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Quizá el soliloquio del autor de libros de autoayuda más comprado en España pueda resultar frívolo al hablar del final de la vida como algo hermoso e, incluso, ecológico. Sin embargo, resulta coherente con el resto de su discurso: aquel por el cual las personas, fuere cual fuere nuestra situación, no tenemos derecho a sentirnos desafortunadas. “También cuando estamos enfermos hay muchas cosas que hacer, por nosotros y por los demás”, cuenta el autor.
<p>Tudela va a analizar alguna de las claves de la Vida Buena, lejos de fórmulas que no existen y cerca de la imaginación y la sabiduría.</p>
La terribilitis es el nombre de la dolencia que Santandreu sí reconoce: la de quienes se vienen abajo ante las adversidades. “Yo admiro a las personas fuertes, a las que encuentran la manera de hacer algo útil con el malestar”, itera el también profesor. Aunque atiende a numerosos pacientes —entre ellos, como ha contado, también políticos—, el psicólogo recuerda que la capacidad de superar los problemas no está en una consulta, sino dentro de uno mismo.
De hecho, no hace falta acudir a los grandes problemas de la vida para aplicar las ideas del autor. “Los domingos por la tarde son maravillosos”, recuerda el catalán, en alusión a la tristeza que muchas personas sienten cada semana al pensar en volver al trabajo. También, se pregunta qué sería de nosotros si desaparecieran todas aquellas pequeñas cosas que nos miran mal: nos moriríamos de aburrimiento.
