Monaguillo, vigilante, contable y estrella emergente del soul

“Mi primer recuerdo musical es de cuando tenía cuatro años”, explica Paul Janeway, cantante de St Paul and The Broken Bones. "Me veo de pie cantando en misa ‘He gots the whole world in his hands’ delante de unas cincuenta personas”, añade el músico de Alabama. Como muchos otros, Janeway comenzó cantando en las iglesias del sur de los Estados Unidos. El líder de una de las revelaciones musicales de 2014 estuvo cerca de no salir de aquella iglesia atraído por el poder de la música y la inspiración religiosa. “Triunfar con St Paul and The Broken Bones era una especie de última oportunidad”, confiesa el músico. “Estaba haciendo contabilidad en un banco y estudiando contabilidad a la vez. Ese iba a ser mi camino”, explica. “Todos teníamos nuestros trabajos antes del grupo”.

Pero sucedió el milagro. Janeway y sus huesos rotos entraron al mítico estudio de Muscle Shoals y salieron de allí con un disco que ha cambiado sus vidas. Un álbum inmenso y explosivo que presentó el poder vocal de Janeway y la furia eléctrica de su banda. Contra todo pronóstico el disco se convirtió en un éxito y la banda, en el rumor de moda entre los melómanos estadounidenses que veían luz en las canciones de este grupo de chicos blancos sureños.

“El 2014 fue una locura de año. En apenas unos meses el disco comenzó a circular, me casé y actuamos en el festival de Bonnaroo”, explica Janeway. Lo de Bonnaroo tenía un significado especial para el cantante. “Fue un sueño”, confiesa. “Había trabajado como personal de seguridad en el festival cuando era joven y no tenía dinero para pagar la entrada así que fue algo especial estar sobre ese escenario”, añade. Pero también ha sido un año intenso para estos chicos que en un abrir y cerrar de ojo han visto como su vida apenas se parece a la de unos meses atrás. “Estar lejos de mi familia y de los pocos amigos que tengo es lo más complicado y lo que más me cuesta”, se sincera Janeway.

Ampliar

St Paul and The Broken Bones ha conseguido hacerse un hueco en la escena soul de EEUU gracias a unas canciones que remiten a las grandes voces del género, a una banda que suena como un tren de cercanías a pleno rendimiento y a una grabación clásica que recuerda a los inicios de Rick Hall en Muscle Shoals, cuando aquel estudio destartalado atrajo a Alabama a las mejores bandas de los años sesenta y setenta. Parte de la culpa de ese éxito la tiene Ben Tanner, productor del disco y colaborador de distintas bandas de la zona como Alabama Shakes. “Es un productor genial y un buen amigo”, explica Janeway. “Todo encaja perfectamente con él y la verdad es que está haciendo algo especial en Muscle Shoals y es un placer ser parte de ello”, añade. De su trabajo juntos destaca la fuerza de canciones como ‘Like a mighty river’ o ‘Half the city’, en donde si cierras los ojos visualizas a un Otis Redding melancólico susurrando en una mañana soleada. “Me encanta Otis y es una gran influencia”, confiesa Paul. “Su voz es profundamente emotiva y tiene la capacidad de romperte el corazón con apenas unas líneas de la canción”.

Tras conquistar al público norteamericano, el grupo prepara con gran emoción su salto a Europa. “Es mi primer pasaporte”, presume Janeway. “Nunca imaginé que iría a Europa y estoy muy nervioso porque nunca he estado fuera de EEUU. Es increíble los sitios a los que te puede llevar la música y lo que estos lugares te enseñan de otras culturas y de cómo es el mundo en otros lugares”.

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Tras todo el revuelo que han montado toca comprobar si todo lo bueno que atesora la banda termina de explotar sobre los escenarios europeos, escenarios que han abrazado con respeto a los artistas soul que en EEUU todavía no alcanzan un reconocimiento tan grande como en Europa. Luego vendrá la siguiente prueba: volver al estudio y confirmar que la magia de su debut se mantiene en el tiempo y que St Paul and The Broken Bones es una banda especial y diferente, un huracán necesario para reactivar el sonido Alabama.