Araceli: "Soy una de las víctimas del 11-M y durante años me ha pesado la culpa de no haber ayudado a los heridos"

Madrid

"Cogí el tren en Entrevías, algo que no solía hacer normalmente. Cuando llegué a Atocha, al cierre de las puertas, estalló la primera bomba. Nos caímos al suelo en un movimiento muy brusco y quedé aturdida. Me di cuenta de que no era un accidente, era una explosión. Corría por el andén cuando estalló la segunda bomba. Cada vez aumenta más el pánico, estamos más nerviosos y nos empujamos unos a otros. Sentí que iba a explotar Madrid y, cuando conseguí salir a la calle, estuve horas corriendo" nos explica Araceli, una de las víctimas de los atentados del 11-M.

Con esta templanza Araceli recuerda aquel jueves, 11 de marzo de 2004. Ella se siente afortunada por no tener secuelas físicas pero, como en la mayoría de los casos, las heridas emocionales nunca llegaron a cerrarse. "Entré en una espiral de que todo me daba miedo. No dormía, no comía, no cogía el tren, no iba a centros comerciales, estaba muy negativa" afirma. Actualmente tiene que enfrentarse al cambio de vida que tuvo también ha conseguido incrementar su fortaleza, valorar las pequeñas cosas y crecer como persona.

Ángel de Marcos es una de las víctimas del atentado. Inicialmente se negó a recibir ayuda pero, actualmente, consciente de la importancia que tiene el acompañamiento en un proceso como este, es tesorero de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo. Sus líneas de actuación se centran, entre otras cosas, en ayudas sociales y económicas, apoyo psicológico o asistencia jurídica.

Para realizar todas estas acciones disponen de cerca de 350.000 euros anuales pero, según manifiesta Ángel, no es suficiente para atender a los más de 1.800 socios. "Este atentado fue sobre la sociedad española y nos tocó sufrirlo a nosotros en primera persona. Nosotros llevamos las cicatrices y lo justo es que, desde la Administración, nos ayuden a llevarlas".