Vivienda: ¿Quién controla los falsos etiquetados energéticos?
Madrid
En 2013 se puso en marcha la etiqueta energética para la comercialización de viviendas, que en teoría marca la eficiencia de las mismas: si vamos a pagar más o menos calefacción, por ejemplo. Si despilfarra mucha energía o no…
Partimos de la base de un mercado de viviendas en muchos casos bastante viejo, deteriorado, y en otras de un parque de poca calidad en materia de eficiencia, muy por debajo de los estándares de calidad que pagamos. Además, exentas de obras de mejora por una falta evidente de dinero, información y concienciación.
El caso es que casi dos años después, pocos son los compradores/alquiladores que se preocupan por la eficiencia energética de la vivienda, lo que demuestra nuestra incultura y desidia en este terreno, propiciado sin duda por unas administraciones que apenas se han preocupado por informar en este terreno, siempre más preocupadas por poner en marcha leyes y normas que en hacer cumplirlas. Ya no digamos en concienciar a unos y otros, vendedores, compradores, propietarios e inquilinos, sobre las bondades de saber si una vivienda es etiqueta roja, las menos eficientes, o lleva la etiqueta verde, la más eficiente. ¿Quién ha oído a un comprador o un inquilino preguntar por la eficiencia energética?¿Quién lo pone como gancho par atraer a clientes?
Una situación que, como es lógico, alimenta a los que piensan que el poder recaudatorio tiene mucho que ver en su puesta en marcha… Estamos en el mismo camino que encarriló el Código Técnico de Edificación de 2007, que sigue ahí con más pena que gloria.
Parece obvio que la “hipoteca” energética es algo que todos deberían tener muy en cuenta por lo que supone: estar en una vivienda eficiente o ineficiente. O dicho en números, que una puede tener un ahorro de hasta 8.000 euros al año o, lo que es lo mismo, una gasto “extra” de 8.000 más. Es decir, un abanico de ahorros o gastos muy a tener en cuenta…
Frente a esto, al margen de algunas ideas para sacar el problema de las sombras y llevarlo a las luces, como con incentivos fiscales en el recibo del IBI, por ejemplo, lo que comienzan a verse para reconducir el problema y sacarlo del fracaso, son las primeras cifras y “amenazas” de sanciones por incumplir la norma del etiquetado de energética. Pero sanciones para los propietarios que no sacan el correspondiente certificado, bien sea por desconocimiento o dejación.
Sin embargo, no se tiene constancia de que en la misma línea se esté persiguiendo a todas las empresas que realizan supuestos certificados alejados del más mínimo rigor. Sin visitar las casas, con los mínimos datos y facilitados por alguien tan inexperto e interesado como el propietario… Una certificados energéticos low cost, realizado sin ningún rigor, profesionalidad y que tratan de burlar a las administraciones, a los propios usuarios y también a las empresas que trabajan con seriedad. Porque decir que una vivienda tiene etiquetado A, o B, o C, cuando es E, F, o G es, sencillamente, un fraude. Por mucho que todavía no tenga un parámetro corrector de precios – en la compra o el alquiler - estar en uno u otro color de eficiencia. Un fraude de quienes los hacen, pero de el que también son muy responsables quienes lo toleran…
Y como no quiero que me acuséis de dejación a mí, lo seguiré denunciando…