UPyD en fase de demolición

Madrid

La carrera electoral de este año plagado de citas pilla a UPyD en fase de demolición, demolición interna y ni siquiera controlada. Ayer, en Hora 25, el número dos de la formación, Andrés Herzog, negaba que el partido estuviera roto.

Si no está roto, no sé que calificativo se puede usar para hablar de un partido, que tiene casi a la mitad de los diputados pidiendo la dimisión de su líder, Rosa Diez, a algunos eurodiputados cuestionando también a la dirección, que pierde a uno de sus rostros más reconocibles y que pugnaba por la presidencia de la Generalitat Valenciana, que ha tenido que nombrar gestoras en más de dos y más de tres comunidades tras la dimisión de las direcciones correspondientes.

Pero ellos dicen que el partido no está roto. No solo roto está atónito al ver como por su derecha y por su izquierda les han adelantado partidos, alguno de nueva creación y alguno en fase de expansión nacional, que les ha comido todo el terreno. Porque UPyD fue el primero en cuestionar el bipartidismo y ahora le han salido nuevos competidores, con los que ni siquiera han querido pactar.

Un desastre de gestión cuya responsabilidad recae en la señalada Rosa Díez, que aparentó ser el adalid de la nueva política con una trayectoria de décadas, formando parte, no solo de una de las patas del bipartidismo, sino también de un gobierno que pactó con los nacionalistas vascos, de quien ahora habla pestes.

Un partido excesivamente personalista que no calculó la dimensión de los nuevos. Se acomodó en su puesto esperando el goteo de desafectos a los dos grandes partidos, y se ha encontrado con que estos se han ido a otra ventanilla.