Una noche para sobrevivir. Arrugas y acción

Madrid

Liam Neeson ha entrado en un bucle hiperactivo y no le va nada mal. Pertenece al club de los pocos actores veteranos que consiguen darle credibilidad interpretativa al género de acción, aunque su capacidad para salir indemne a las palizas y los tiros resulte completamente nula. Pero no es su culpa, los disparates de guion no son cosa suya.

Flaco y enjuto, ya superada la exagerada operación estética que se hizo hace unos años, las arrugas han vuelto a su rostro y el actor solvente emerge de nuevo. Neeson tiene 62 años y no se resigna a la jubilación anticipada.

Una noche para sobrevivir es una obra de artesanía, que no de arte. Es un corre-que-te-pillo efectivo en el ritmo y muy bien interpretado por parte de Ed Harris y Liam Neeson, que elevan una trillada historia de viejas lealtades a una entretenida película que, eso sí, se olvida rápidamente. La sarta de tópicos sobre la mafia irlandesa en Nueva York es interminable, pero el frenesí que impone la cámara de Jaume Collet Serra lo hace irrelevante. Uno no se siente engañado ante el thriller convencional que Serra ofrece, aunque tampoco hay gran pasión en él.

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Ésta es la tercera película que Collet Serra y Liam Neeson hacen juntos, tras Sin Identidad (2011) y Non Stop (2014), y queda confirmado que los dos cineastas tienen química y se entienden bien en este género muy comercial, pero poco ambicioso. Serra ya ha demostrado que es un director respetado en Hollywood, con soltura a la hora de rodar, pero del que todavía esperamos una película netamente personal.