El hombre alienado, de nuevo presente
El poso de reflexiones del cuento de Kafka recupera su actualidad, también, gracias a la crisis
Madrid
Es evidente que los significados a extraer de La metamorfosis, el siniestro cuento de Franz Kafka, son inabarcables. Amanecer convertido en algo nuevo es una idea que lleva desde el sueño hasta la pesadilla, así como a las reflexiones sobre la familia o el trabajo. Y cuando Gregor Samsa despertó aquella mañana, quizá no imaginaba que, un siglo después, seguiría contándose su triste historia. Un viernes, y aunque lejos de la Praga en la que fue escrita, es Juanjo Millás quien reúne a una peculiar caterva para reflexionar sobre la obra.
'Hay cambios que pueden llevar a que incluso nuestros padres dejen de querernos'
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Quizá tampoco anticiparíamos, en 2015, que la idea de la alienación volvería a nuestro vocabulario. Pero hasta aquí la han invocado las letras de Kafka, también, salpimentadas por la reciente crisis económica. Gregor Samsa se descubre convertido en un bicho "ensimismado gracias a la historia del trabajo. Él trabaja en una ocupación que desprecia, y un día no se reconoce", apunta Millás. Así lo anota también un oyente, Aitor Minaie, para quien esta transformación es social: no ha cambiado el personaje, sino su relación con los demás.
Lo primero en lo que piensa el protagonista, de hecho, es en llegar a tiempo a su puesto en la oficina, a la que acude para cumplir con sus deudas. Gregor ha seguido el camino establecido, trabaja con la burocracia, como Kafka, y acaba reducido a un insecto; no en un Mr. Hyde que dé rienda suela a las pulsiones más violentas, sino en un bicho moribundo y dependiente. Su familia, presente durante todo el discurso literario, tampoco parece animada a la piedad. "Hay cambios que pueden llevar a que incluso nuestros padres dejen de querernos", menciona Toño Fraguas.
"No hay casi ediciones de La metamorfosis que estén anotadas, porque el libro lo dice todo", cuenta Millás, sin que por ello el trabajo de Kafka permanezca más que abierto a las interpretaciones. También, como apunta el escritor, podría aludir a los cambios de la adolescencia, en la que los niños se convierten en unos extraños que no quieren salir de su habitación. Sea cual fuere el caso, y recrudecido o no al calor de la crisis, su sustrato debe ser atemporal. Un siglo después, el texto parece encontrarse en perfecto estado.