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MIÉNTEME CINE

Sexo victoriano

SÁBADO 10:00H. Carlos López-Tapia repasa los usos y costumbres victorianos a través del cine. Y de paso, comprobamos cómo ha evolucionado el mundo de los vibradores.

Madrid

Hacia 1851 el número de inglesas solteras en edad de casarse era, según cifras dignas de crédito, de 2.765.000 —y una proporción considerable de este grupo correspondía a las hijas de las clases media y alta. Las mujeres de clase baja podían integrarse en las nuevas ciudades como costureras, floristas, o en una docena de ocupaciones inferiores. Pero las hijas de clase media o alta tenían educación, les gustaban los refinamientos Y desde la cuna se las educaba con el propósito exclusivo de que fueran «esposas perfectas». Era esencial que estas mujeres contrajeran matrimonio, porque era el único espacio donde quedaba compensada su «inferioridad natural» frente al hombre, como ilustra el ejemplo seleccionado para el audio de la sección.

La presión sobre aquellas mujeres se concretó en una enfermedad bautizada como «histeria femenina», que condujo a muchas a hospitales y manicomios. El problema se calificó como un desorden sexual que se trataba con masajes de vulva hasta alcanzar el orgasmo, llamado paroxismo histérico, ya que se creía que el placer se reducía a la vagina y solo se obtenía con penetración. La película de 2011 Histeria, convierte en comedia lo que era un masaje pesado para el médico y a menudo incómodo para la paciente. La industria y el ingenio de un médico se combinaron para producir el primer vibrador a vapor, llamado la máquina de la histeria, cuyos ejemplares supervivientes se conservan en colecciones privadas y museos.

El médico estadounidense George Taylor patentó un “primer motor de vapor de masajes y aparatos vibratorios” en 1869. Pero al unísono un médico británico llamado Joseph Mortimer Granville , en 1870 , cansado de masturbar manualmente a sus pacientes, patentó el primer vibrador electro-mecánico con forma fálica. Fue todo un éxito, ya que lograba “aliviar” a las pacientes en menos de diez minutos de una manera relativamente sencilla, pero no podía prever que su invento acabaría con el gran negocio de aquellos masajes a mujeres con recursos. Visto el potencial del aparato, la empresa “Hamilton Beach” comenzó a producir en 1902 vibradores más pequeños. en pocos meses empiezan a comercializarse y publicitarse varios modelos: “La vibración es la vida”, “Porque tú, mujer, tienes derecho a no estar enferma”. En los catálogos el vibrador se publicita como “instrumento para la tensión y la ansiedad femenina”. Su uso se promociona como una forma de mantener a las mujeres relajadas y contentas. “La vibración proporciona vida y vigor, fuerza y belleza” – dicen los anuncios – “El secreto de la juventud se ha descubierto en la vibración”. Su comercialización llega a tal extremo que algunos modelos incluyen un recambio adaptable que convierte el vibrador en una batidora. Se les aplicó la electricidad mucho antes que a otros dispositivos eléctricos: nueve años antes que el aspirador y diez años antes que la plancha.

La variedad de vibradores llega a ser sorprendente. Muchos modelos funcionan con corriente eléctrica, pero otros lo hacen con baterías o gas, incluso se diseñan algunos que funcionan a pedales para proporcionarle a la paciente su correspondiente ración de alivio. Los aparatos tenían velocidades que llegaban a 7.000 pulsaciones por minuto y los precios pronto empiezan a ser accesibles para uso doméstico, y se acaban las visitas al médico. Las ventas crecen sin parar hasta los años 20, cuando el cine pornográfico los transforma de aparatos relajantes en eróticos. A partir de ahí sigue su historia Paqui Ramos en el audio desde uno de los sex-shops más grandes de Europa.

El biólogo, premio Pulitzer y divulgador norteamericano Jared Diamond, publicó hace quince años en la editorial Debate, ¿Por qué es divertido el sexo?, uno de los ensayos más peculiares y rigurosos que podemos encontrar sobre nuestro comportamiento sexual en la actualidad, muy alejado ya de aquella Inglaterra victoriana, la primera sociedad industrializada del planeta. Ocurrió en una sola generación. Fue tan veloz que casi nadie lo comprendió. A excepción de Dickens y Gissing, los novelistas victorianos no escribieron acerca de las ciudades, y la mayoría de los pintores no reflejó temas urbanos. En 1815, el año de la derrota de Napoleón en Waterloo, Inglaterra era una nación rural de trece millones de personas. En el momento en que «visitamos» Londres en el audio de la sección cuarenta años después, en 1855, la población casi se ha duplicado y suma veinticuatro millones; la mitad vive en centros urbanos que desprenden el hedor de una miseria como jamás se había visto, y al mismo tiempo el precio del pan, la carne, el café y el té había descendido; el precio del carbón había bajado casi a la mitad; había aumentado el consumo per cápita de todo y comenzaban las primeras ventajas de la tecnología: las luces de gas resplandecían y los buques de vapor cruzaban el Atlántico en dirección a América en diez días, en lugar de ocho semanas; Algunos aspectos de la vida de todas las clases de ingleses habían mejorado, pero más de la mitad eran mujeres sofocadas y agobiadas por el cambio. La más poderosa de todas ellas, la reina victoria, dio su nombre a esta época y mandó levantar el momumento que visita la corresponsal de la SER en el audio, Begoña Arce, donde se concentran muchas de las ideas que definieron el victorianismo.

MIÉNTEME CINE: El sexo victoriano.

27:41

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UN MUNDO VIBRANTE

He quedado con Juan José Otero, responsable de sala de Tu mundo fantástico , el sex shop más grande de Europa. La idea es que me cuente si los vibradores han evolucionado mucho y cuáles son las últimas tendencias.

Expositor de Tu mundo fantástico

Expositor de Tu mundo fantástico / Juan José Otero

Si no fuera por los vibradores, bolas chinas, antifaces, etc podría ser una tienda de móviles de última generación: Perfectamente iluminada, todos los productos se exponen en vitrinas de cristal cerradas con llave para que, por higiene, no se pueda tocar nada. En una esquina de la tienda, y con una luz más oscura, encontramos elementos para juegos sexuales que implican ciertas dosis de dolor: fustas, electrodos, máscaras de asfixia.

Entramos en faena. Entre tanta variedad expuesta… ¿Cómo elijo el que me quiero comprar? Me dice Juanjo que la primera criba es decidir la forma ¿Preferimos algo explícito o un modelo más sofisticado y diferente? Y a partir de ahí empezamos a hablar de materiales.

La silicona arrasa. El plástico solo queda para nostálgicos. Y para los ya versados en el tema se pueden elegir materiales nobles. Incluso cristal para dildos en los que se juega con los contrastes de temperatura.

Lelo es una de las marcas que más investigan e innovan en juguetes sexuales. Dice Juanjo que mientras que las demás marcas siguen con las velocidades del 1 al 7, ellos van más allá con vibradores que rotan completamente dentro de la vagina. La dureza de sus siliconas está patentada, es la mejor y además tiene tacto de terciopelo. Todo esto se nota en el precio, uno de los más exclusivos te puede salir por 140€.

Un expositor puede vaciarse y renovarse en un mes. Pero los que sobran o no tienen el tirón que esperaban, pasado un año, se van a una tienda de outlet donde compran especialmente la gente joven. Los colores de moda este año son los rosas y magentas. Pero antes de que acabe el año cambiará al gris.

El vibrador que más éxito ha tenido este año es un huevo de unos 7 centímetros que utiliza la tecnología de la Wii. Tu pareja se descarga una aplicación y estés donde estés puede activarlo a través del ordenador, o el móvil… ¡Qué cosas!

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