La otra batalla de los supervivientes de Ébola
Se enfrentan a la discriminación y al estigma dentro de sus propias familias y comunidades. Rebecca Johnson, esta enfermera superviviente del virus, ha creado una fundación de apoyo psicosocial y concienciación
Madrid
Tiene 28 años. Nació de Freetown, Sierra Leona, y es enfermera de vocación. "Me contagié de Ébola mientras estaba trabajando pero no sé en qué momento fue. Empezamos atendiendo a uno o dos pacientes por día, pero en poco tiempo atendíamos a más de 100". En octubre de 2014, Rebecca Jonshon empezó a sentirse muy mal, a vomitar sin control. Llamó a su jefe y le dijo que fuera al hospital inmediatamente. "Me llevaron a la zona roja. La misma donde trataba yo a mis pacientes. Me había convertido en uno de ellos. Me aislaron y empecé el tratamiento. Fue muy duro, mi cuerpo se paralizó. Perdí la vista. Y no podía hablar ni comer.
Allí estuvo 4 semanas. En diciembre le comunicaron una noticia que le costó creer: el tratamiento había funcionado. Rebecca era ya una superviviente del Ébola. "Mientras estuve allí, aislada, solo podía pensar en la muerte. No me creí que estaba curada hasta que finalmente pude salir".
El tratamiento fue duro. Pero lo que le esperaba después a la salida del hospital tampoco fue nada fácil. "Desde el momento en el que la gente se entera de que eres superviviente de Ébola te empiezan a mirar...diferente. Te tratan mal. Te evitan. Nadie te quiere tocar. No es fácil para los supervivientes. Excepto mis padres y hermanos, el resto de mis familiares no me querían ni llamar. A partir de entonces empezó la segunda lucha de Rebecca: contra el estigma y la discriminación.
Hasta el momento no tuvo consciencia de la "enfermedad social" a la que se enfrentaban los que sobrevivían al virus. Y empezó a pensar en cómo podía seguir ayudando a los que estaban pasando por lo mismo que ella. Así nació la Fundación Cruz Rosa, "para ayudar a los supervivientes a hacer frente al estigmatiza, a la discriminación. Cuando pasas por eso necesitas ayuda psicosocial. También es necesario trabajar con las comunidades, para ayudarlos en la integración". Desde que nació la fundación en enero, han atendido a 250 personas. Ahora están buscando más voluntarios y financiación. Mientras, Rebecca, se ha reincorporado a trabajar en el hospital, atendiendo a pacientes con Ébola. Dice que no tiene miedo a volverse a contagiar "Ahora mi organismo está a prueba de balas. Soy más fuerte que antes". Y asegura que seguirá hasta luchando hasta que ya no haya ni un caso de Ébola más en Sierra Leona.