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La 'marea sencilla' toma las ciudades

Alcanzado el poder, los alcaldes elegidos por mareas ciudadanas guardan los pies en el suelo

Ada Colau, tras ser proclamada primera alcaldesa de la capital catalana. / EFE

Madrid

En Madrid, el Ayuntamiento ha renunciado a su palco en el Teatro Real. En Barcelona, Ada Colau insiste en caminar sin vallas que le aparten de la gente durante las ceremonias públicas. En Valencia, el consistorio se ha abierto al público, que incluso puede asomarse al célebre balcón desde el que las autoridades saludan durante las fallas. Un habitual reproche hacia los discursos más soñadores es que las revoluciones empiezan por uno mismo, y a esa idea parecen entregados los alcaldes de las candidaturas ciudadanas.

'Me gusta que mi alcalde se siente en la misma grada que los demás'

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"Ya nos hemos acostumbrado a que Manuela Carmena coja el metro, y por eso no le hacemos la foto, pero lo hace cada día y lo seguirá haciendo", recuerda el periodista Felipe Serrano. Solo han pasado cuatro jornadas desde que los nuevos ayuntamientos se pusieran en marcha, pero no faltan las críticas a los equipos entrantes. El mismo lunes, la alcaldesa de Madrid renunció a su concejal de Cultura por los tuits que este escribió en 2011, así como se ha visto atacada tras mostrar a la prensa algunas ideas de programa aún a medio cocer.

También en Barcelona, la vieja tentativa de conceder cien días de tregua a los recién llegados parece ausente. Se cuestionan las ideas de Colau sobre el turismo, así como existe cierto recelo entre la guardia urbana por las medidas que pueda tomar la mujer que se gestó políticamente esquivando cargas policiales en las manifestaciones. Para anticiparse a los prejuicios, Joan Ribó, en Valencia, ya se ha reunido con los agentes. "Sin vosotros no hay libertad" fueron sus palabras.

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Como cuenta Serrano, "están desbordados y la comunicación no está aún en marcha, pero está la cercanía de la alcaldesa". También Mónica Peinado, desde Barcelona, cuenta cómo las ruedas de prensa suelen amontonar a los periodistas en la impuntualidad. "Somos muchos y copamos su agenda. Los reporteros gráficos estuvieron hasta 40 minutos tomando imágenes de la previa a una reunión", anota. En Valencia, la bicicleta en la que se desplaza Ribó es más puntual que nunca. 

Aunque los nuevos alcaldes  no renuncian a los escoltas, queda la duda de si la cercanía permanecerá en el tiempo o si, en cambio, se abrirán las puertas a los altercados. "Aquí la transición es muy tranquila, y ayer vimos cómo los bedeles estaban sonriendo", apunta Julián Giménez, redactor valenciano. A Carmena le preguntan cosas todas las mañanas en el metro, y luego hasta las comenta con los periodistas. Colau sigue sonrojándose por la calle cuando le llaman guapa.

 
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