¿Quién calcula los daños a la salud pública?

Madrid

“Esto va a ser doloroso”, informó ayer el nuevo presidente de Volkswagen, aludiendo, seguramente, al daño que van a sufrir los trabajadores de la compañía como consecuencia del recorte en inversiones que ya ha sido programado. Así que cuando el presidente de la Volkswagen dice que va a ser doloroso, se refiere a que va a ser doloroso para los demás.

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No para él ni para los otros altos ejecutivos de la compañía, cuyos puestos de trabajo y cuyos sueldos, que se sepa, no han sido afectados por la estafa realizada por los que hasta ahora dirigían la Volkswagen. No todos los altos ejecutivos fueron responsables, por supuesto, pero, desde luego, lo que sí que se puede afirmar es que ningún trabajador tuvo la menor responsabilidad. Salvo que alguien se pueda creer que la decisión de trucar once millones de coches para contaminar más de lo permitido fue tomada por unos cuantos capataces conjurados. Es igual. La empresa dice que tiene que ahorrar para hacerse cargo de las multas que le impondrá y a la importante campaña de publicidad que tiene que lanzar en todo el mundo para intentar recuperar la confianza de los usuarios y, cuando se trata de ahorrar, ya se sabe de dónde sale el dinero.

A todo esto, hay que recordar que si se puso en Europa un tope a las partículas de dióxido de nitrógeno que podían emitir los motores diésel es porque se consideraban dañinas para la salud. Si como dicen en Estados Unidos, las emisiones fueron 40 veces superiores a las autorizadas y así durante años y años, ¿cómo se van a calcular los daños provocados en la salud pública?