Maruja Mallo
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Madrid
Tuve suerte para nacer. Mi familia estaba bien posicionada para la época y sobre todo, mi familia amaba la cultura: fue mi padre quien era un hombre leído, y se dio cuenta de mi vocación. Vino conmigo al examen previo para ingresar en Bellas Artes y los profesores le dijeron: la única señorita ha sido aprobada y de lo mejor de lo mejor.
De mi época de estudiante destacaría todo lo aprendido en torno a la Residencia de Estudiantes, de la mano de Salvador Dalí, de Rafael Alberti...creo que aprendí más entre todos estos nombres que en la facultad. Fíjense: Lorca, Buñuel, María Zambrano, Ortega y Gasset...Esto en España, mientras estudiaba y mientras mi vida transcurría en Madrid, tras haber pasado por mi Galicia natal y Asturias en mi infancia.
Enseguida llegó mi primera exposición, gracias a Ortega y a su Revista de Occidente. Fueron diez óleos y un buen punto de partida para poder ser considerada artista, más allá de mi condición femenina. Hablamos de los años previos a la década de los treinta. La exposición fue en 1928.
París fue la visita obligada, la visita becada, la gran oportunidad. Allí llegaron más nombres a mi entorno, como Miró, André Bretón, Magritte...y empezó la etiqueta de surrealista de la que hablábamos antes. Mal no debía hacerlo teniendo en cuenta que el gobierno francés compró uno de sus cuadros para exponerlo en el Museo Nacional de Arte Moderno.
Más allá del arte, me gustaría hablar de mi labor docente, de mi compromiso con la República pero claro, no pudimos evitar que llegase el 36 y el exilio: primero Portugal, luego Buenos Aires, Uruguay...y diseñar y pintar y aprovechar la distancia con la tierra y aprovechar para crear.
La vuelta a España fue ya en los cuarenta y la vuelta fue muy distinta: ya nada era como antes, ya nadie estaba como antes...ni siquiera yo...casi una desconocida para todos y sin apenas vida pública me instalé en el barrio de Salamanca y dibujé una nueva portada de la Revista de Occidente.
LLegaron luego los premios varios, incluso exposiciones cuando ya había cumplido los 90 años. Me quedo con algo que leí sobre mí: una mujer divertida, que supo disfrutar pero también creer en la vida. Una vida que fue una rebelión permanente.
Adriana Mourelos
En El Faro desde el origen del programa en 2018. Anteriormente, en Hablar por Hablar, como redactora...