Omar Sharif
Madrid
Podríamos hablar de madera, de Matemáticas o de Física. Pero aunque la vida me dio estos orígenes me pasé pronto al teatro. Afortunadamente pude estudiar actuación, algo fundamental para adquirir los conocimientos y también el acento.
Nosotros somos una familia con raíces sirias y libanesas. Fue en mi país donde arrancó mi carrera como actor. Con 21 años debuté en el cine. Fueron más de veinte las producciones en las que estuve. Una de las mejores cosas que me ocurrió en esta etapa fue compartir protagonismo con una mujer, que entonces era la estrella del país, que fue el amor de mi vida, y la madre de mi único hijo.
Fue también mi compañera de reparto en muchos momentos, y nunca dejamos de querernos, pero fue la vida la que nos separó. Al hacerme famoso en Occidente, apenas la veía. Ella era una famosa actriz en Egipto y yo me pasaba la vida en los hoteles de medio mundo. Temía enamorarme de alguna rubia alocada y abandonar a mi esposa querida.
Nunca jamás volví a casarme. Nunca me volví a enamorar de otra mujer, por más que no tuviese relación con mi ex, ella siempre fue mi gran amor. Aunque mi hijo no se lo crea. Yo era cristiano y me convertí por ella. Lo volvería a hacer. Aunque también es cierto que al final me defino como ateo: aunque soy bondadoso y cuando las cosas iban mal Dios me ponía películas para que volviera a ganar dinero. Sospecho que en España no me entenderían y en Egipto me matarían.
Pero hablemos de lo profesional: uno nunca sabe dónde está la oportunidad, por insignificante que parezca el momento. Fue un director, con una película primero en la que era un secundario y otra posterior, muy distinta y romántica, el que me hizo saltar desde Egipto hasta Hollywood.
- Una frase de cine
A los ochenta y tres años, poco antes del final, reconocía que solo vivía en hoteles y comía en restaurantes. De esta vida nómada se cansó mi hijo, que decidió instalarse en Egipto. Pero lo que no pude reconocer jamás fue que estaba enfermo. Mi carácter me lo impedía.
Esa personalidad me llevó incluso a prisión durante un mes, por una agresión a un policía en un casino. El juego era mi pasión, casi más que la interpretación porque llegué a adaptar lo uno a lo otro. Le expliqué bien claro a mi nieto que el brigde es como hacer el amor: necesitas un buen compañero o una buena mano. Llegué a perder un millón de dólares en una noche. Como buen jugador, iba de torneo en torneo y mi vida se redujo en posesiones para vivir en hoteles.
Estoy llamando a este programa porque siento un profundo amor por su país. Este amor por España llegó tras grabar dos de las películas que me lanzaron al estrellato ahí. Enseguida traje a parte de mi familia a Madrid, y abrimos incluso una tienda de camisas. Algodón egipcio, se pueden imaginar. Madrid es su gente, su cocina, su ambiente…Me gusta todo.
Seis eran los idiomas que manejábamos en la familia…cinco los continentes en los que estuvimos. Vida: solo una de manera errante y bien disfrutada.
Adriana Mourelos
En El Faro desde el origen del programa en 2018. Anteriormente, en Hablar por Hablar, como redactora...