Día del Consumidor… ¿Protegidos o maltratados?

Madrid

Mañana se celebra el Día Mundial de los Derechos del Consumidor, que arrancó el 15 de marzo de 1963, cuando el presidente de EE.UU, John F. Kennedy, pronunció un discurso en el que, por primera vez, se refirió a los derechos del consumidor.

Desde entonces, se ha avanzado mucho, se han ganado grandes batallas, se ha legislado por aquí y por allá, los derechos que tenemos hoy nada tienen que ver con los de antaño, pero… ¿Estamos a buen nivel? No, las guerras las han ganado otros. A mi juicio, estamos a un buen nivel sobre el papel, pero con muchas deficiencias en lo práctico, en la realidad. No se trata únicamente de tener derechos, se trata también de que sean asequibles, fáciles, que no tengamos que pelearnos en clara desigualdad con los de siempre…

Lo digo porque casi cada día hay “sucesos” que demuestran nuestra indefensión, que, por cierto, no es la misma en Europa que en EE.UU, por ejemplo. Ejemplo de ahora: en el fraude a 11 millones de usuarios por las emisiones de los coches Volkswagen hay un claro agravio comparativo. A los afectados americanos se les ofrece 1.000 dólares de indemnización – por muy ridícula que sea la cifra – mientras la firma alemana se niega a pagársela a los afectados europeos: hasta el punto que la asociación de consumidores OCU anunciaba esta semana pasada que pone en marcha una acción judicial para demandar a la marca, a la que se pueden apuntar todos los afectados. Volkswagen ha rechazado la mediación para indemnizar de igual manera a los españoles (como a los europeos). Y ahora se pondrá la denuncia en los tribunales españoles reclamando 1.000 euros.

Pero además de estas muestras de nuestra debilidad frente a los grandes poderes económicos, hay otro “pero”: no nos sentimos protegidos y los “grandes colectivos”, lo saben. Y cambia mucho la cosa. En EE.UU, por ejemplo, se está vigilando estrechamente todo el proceso por los responsables de Consumo y Medio Ambiente, entre otros, y ya se han rechazado las propuestas de arreglo del software… Aquí, por contra, están llamando a los propietarios para modificarles el software, pero no les dicen – y menos por escrito - qué les van a hacer exactamente a los vehículos, si perderán prestaciones, como en la potencia, si consumirá más… ¿Han oído a Industria o a los responsables de Consumo de las comunidades decir algo? ¿Y en la UE? Silencio. Todo en manos de los tribunales.

Podría contaros cómo en un viaje a Nueva York en una compañía americana vi cómo una camarera le manchaba ligeramente la ropa a un cliente con la comida. Disculpas y, al instante, sin reclamación ni queja de por medio, le entregaron un vale para el tinte. Jamás he visto nada similar aquí, así, voluntariamente. Somos de segunda. O tercera.

Pero no es el único caso. Ahí están los recientes cierres de clínicas dentales, que han dejado “tirados” a miles de usuarios: con tratamientos a medias, pagados pero sin haberlos iniciado, con créditos vinculados o no que, en muchos casos, tendrán que pagar aunque nadie les arregle la boca nunca. Todo ello pese a los avisos que venían haciendo los colegios profesionales – a los partidos políticos, gobiernos… - sobre ciertas malas prácticas en algunas de estas clínicas lowcost. No hubo “medicina preventiva”, pero, ahora, tampoco hay nada: ¿dónde está la mediación para intentar que los consumidores no se vean afectados o minimizar los perjuicios? Los tribunales – la única tabla de salvación de muchos consumidores - decidirán en muchos años y en la cola estarán los afectados, que serán los últimos en cobrar su dinero. Si es que ven algo.

La misma historia de los estafados de Forum Filatélico y Afinsa, cuyas víctimas están cobrando algunas migajas pero sin soluciones de ningún tipo fuera de los tribunales. Ni se detectó el fraude ni se ha sabido dar una salida digna a los afectados. Sin olvidar los casos más recientes de preferentes, o hipotecas suelo, o cláusulas abusivas en la banca; o pulseras milagro y dietas milagro; o acoso a miles de usuarios de telefonía que ha tardado años en regularse lo más mínimo; o abusos en falsas ofertas de comerciales sin escrúpulos de los sectores del gas o la luz; o los millones y millones que cada año se embolsan las compañías aéreas por indemnizaciones que no pagan a los usuarios afectados de retrasos, overbooking, perdidas de maletas; o alimentos con supuestas propiedades que muchos años después se han demostrado totalmente ineficaces; o alimentos vendidos cada día como si fueran algo que no son (algunos jamones)… ¡Para qué seguir!

Sí, mañana es el Día Mundial de los Derechos del Consumidor, pero habría que añadir: ¿protegidos o maltratados? Siendo mal pensados, alguien se podría creer que se mira mucho más por unos que por otros. La baza del miedo debe acojonar…